La muchacha indecible

 



Platón, Crátilo, 404

En cuanto a Pherrephatta, innumerables son los que tienen miedo a pronunciar su nombre, y el Apolo (Apollo), por ignorancia de lo que constituye la exactitud en los nombres y, al cambiarlo, piensan en Perséfone (Phersephone), la "dadora de muerte", para ellos terrible; pero ese nombre indica que la diosa es sabia. Las cosas (pheromenai) están en movimiento, y aquello "que las toca" (ephaptomenon) y las "alcanza" (epaphon) y puede seguirlas, es la sabiduría. Directamente por su sabiduría y "por alcanzar lo que está en movimiento" (dia ten epaphen tou pheromenou) esta diosa debería llamarse Pherepapha o algo semejante; y ésa es la razón por la cual Hades, que también es sabio, vive con ella, porque ella misma lo es. Hoy, sin embargo, al ser más importante la comodidad al hablar y no la verdad, alteran su nombre y la llaman Pherrephatta. 


Porfirio, De abstinentia, IV, 16

La mayoría de los teólogos deriva el nombre Ferrefatta (Pherrephattes) de "nutrir a las palomas", porque la paloma es para ella sagrada. Por eso, las sacerdotisas de Maia también se la consagran. Maia, por otra parte, se identifica con Perséfone porque se considera que maia equivale a "nodriza". De hecho, es una diosa ctónica y coincide con Démeter. Y a ella le consagran el gallo.


Ya Clemente de Alejandría exclamaba escandalizado a propósito de la Deméter eleusina: " Cómo debo llamarla, madre o esposa!". Kai kores/kai gynaikos: entre la hija y la madre, entre la virgen y la mujer, "la muchacha indecible" deja aparecer una tercera figura que cuestiona todo lo que, a través de ellas, creemos saber de la femineidad y, en general, del hombre y de la mujer.


La muchacha indecible

G. Agamben

Ilustración de Mónica Ferrando