Simbolismo en San Pedro Fiz de Hospital do Incio II



Simbolismo
Templo

Antes de comenzar haremos una pequeña introducción acerca del simbolismo sagrado del templo, el que estuvo como referente en toda construcción románica. La construcción de un templo cristiano, desde un punto de vista tradicional, obedece a criterios de orden cosmológico y teológico, y no a la inspiración individual de un arquitecto. Aunque hoy se haya perdido esta comprensión del templo, es indudable que se encontraba en el arte románico, el cual convierte el templo cristiano en un libro abierto para quien quiera pararse a leerlo. En el Románico se expresa también una de las características esenciales del templo, heredadas de la tradición judía y egipcia, y es que está hecho según un arquetipo celeste, el cual es comunicado a los hombres a través de un profeta. Es el caso por ejemplo de Besabel y Oliab, elegidos como arquitectos del Arca del Alianza:

Los ha llenado de habilidad para hacer toda clase de obra de grabador, de diseñador y de bordador en tela azul, en púrpura y en escarlata y en lino fino, y de tejedor; capacitados para toda obra y creadores de diseños (Ex. 35, 35). 

También el caso de Salomón, a quien su padre David da las reglas recibidas por Dios:

David dio a Salomón, su hijo, el modelo del pórtico, de sus dependencias y oficinas, de las salas, de las cámaras y de la casa del propiciatorio, y también el modelo de todas las cosas que le habían sido inspiradas por el Espíritu que estaba con él... (1 Cro 28, 11-12).

Tú me ordenaste, dijo a Dios Salomón, edificar el templo en Tu santo monte, y un altar en la ciudad en la que moras, según el modelo ¿el santo tabernáculo que Tú habías preparado desde el comienzo... (Sab 9, 8). 

Por su parte, Ezequiel recibe en una visión la descripción del templo que se ha de edificar; percibe un ser sobrenatural que sostiene una caña de medir, que le da al profeta, al propio tiempo que su descripción, todas las medidas del templo. Y, finalmente, dice Dios a Ezequiel: 

Y tú, hijo de hombre, describe a la casa de Israel este templo... Que midan su traza... Hazles ver la forma de este templo, su disposición, sus salidas y sus entradas, todas sus figuras y todas sus ordenaciones, todas sus formas y todas sus leyes; y ponlo por escrito ante sus ojos para que guarden todas sus disposiciones y todas sus ordenaciones y las pongan por obra (Ez. 43, 10-11).

Jean Hani, en su libro "Simbolismo del templo cristiano", nos relata cómo da comienzo toda construcción de un templo sagrado:

Toda arquitectura sagrada se reduce, en realidad, a la operación de la «cuadratura del círculo» o transformación del círculo en cuadrado. La función del edificio comienza por la orientación, que es ya en cierto modo un rito, pues establece una relación entre el orden cósmico y el orden terrestre o, aun, entre el orden divino y el orden humano. El método tradicional y, podemos decir, universal, pues se le encuentra dondequiera que haya una arquitectura sagrada, fue descrito por Vitrubio y fue practicado en Occidente hasta el fin de la Edad Media: los cimientos del edificio se orientan hacia un gnomon que permite localizar los dos ejes (cardo, norte-sur, y decumanus, este-oeste). En el centro del emplazamiento escogido se levanta un palo, alrededor del cual se traza un gran círculo y se observa la sombra que se proyecta sobre este círculo; la separación máxima entre la sombra de la mañana y la de la tarde, inclina el eje este-oeste, y dos círculos centrados sobre los puntos cardinales del primero indican, por su intersección, los ángulos del cuadrado. Este último es la cuadratura del círculo solar. Es importante recordar de forma precisa las tres operaciones de la fundación, a saber: el trazado del círculo, el trazado de los ejes cardinales y la orientación y el trazado del cuadrado de base, pues ellas son las que determinan el simbolismo fundamental del templo, con sus tres elementos correspondientes a las tres operaciones: el círculo, el cuadrado y la cruz, por mediación de la cual se pasa del primero al segundo.

El círculo y el cuadrado son símbolos primordiales. Al nivel más elevado, en el orden metafísico, representan la Perfección divina bajo sus dos aspectos: el círculo o la esfera, en la que todos los puntos están a la misma distancia del centro, que no tiene principio ni fin, representa la Unidad ilimitada de Dios, Su Infinidad, Su Perfección; y el cuadrado o el cubo, forma de todo cimiento estable, es la imagen de Su inmutabilidad, de Su Eternidad. A un nivel inferior, en el orden cosmológico, estos dos símbolos resumen toda la Naturaleza creada, en su ser mismo y su dinamismo: el círculo es la forma del cielo, más en particular de la actividad del cielo, instrumento de la Actividad divina, que rige la vida en la tierra, la representación de la cual es un cuadrado porque, respecto al hombre, la tierra es, en cierta forma, «inmóvil» y pasiva, y «se ofrece» a la actividad del Cielo. Hay aquí un doble simbolismo, cosmológico y ontológico a la vez: el Cielo y la Tierra –orden cosmológico— son las formas exteriores, el último grado si se quiere, de la Manifestación o Creación, los dos polos de la cual los constituyen la Esencia universal y la Substancia universal, representadas en el orden corporal por el Cielo y la Tierra, respectivamente. El hombre es el centro de esta creación, él la sintetiza y establece un vínculo entre lo Alto (Esencia-Cielo) y lo Bajo (Substancia-Tierra).

Portada

La puerta de acceso al templo es uno de los elementos de mayor importancia en la simbología del templo sagrado. Se trata de la frontera entre el mundo exterior, caótico y profano, y el mundo interior, que representa el orden sagrado. Cuando renunciamos a nuestra esencia, autenticidad y nobleza personal, entonces podría decirse que entramos por la puerta de atrás. También en Apocalipsis 3,20 podemos leer:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Cruzar el umbral de un templo o de cualquier edificio sacro significa, a nivel simbólico, que se penetra en la propia identidad profunda. La puerta siempre nos anima al viaje, al tránsito, nos aventura al misterio, a traspasar el umbral de la pregunta, nos invita a conocer. Puerta del Cielo, es una de las advocaciones en las letanías de la Virgen que evoca el simbolismo de lo femenino, por su invitación a profundizar en el misterio. El simbolismo de la puerta de acceso a un templo sagrado nos recuerda la relación entre el centro y la periferia, pues existe una relación entre la función simbólica de la puerta como posibilidad visible y externa, y el centro, lo más profundo e invisible que da sentido a todo el conjunto. De ahí que entre la puerta del templo y el altar, situado en el Sancta Sanctorum, exista la misma relación que entre la circunferencia y su centro pues, aun siendo los elementos más alejados, son, de alguna manera, los más próximos, ya que se determinan mutuamente y se reflejan. Esto se advierte en la decoración arquitectónica de las catedrales, en las que, con frecuencia, la portada es semejante al retablo del altar mayor. La puerta es, ella misma también, un resumen de todo el templo, si nos fijamos en su estructura vemos que su base rectangular reproduce la misma base de la planta del templo (tierra), y su parte redondeada representa la bóveda y la cúpula (cielo), como también el cierre semicircular de la girola. El santuario de la iglesia bizantina y románica tiene realmente el aspecto de caverna sagrada, con su bóveda en la que señorea el Cristo Pantocrátor, como en el tímpano del pórtico. La puerta es, por tanto, un símbolo cósmico, pero también un símbolo místico, pues así como la puerta es un resumen del templo, también lo es del Cuerpo de Cristo: 

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos (Jn 10,9).

En relación a la conexión entre centro y periferia que evidencia la puerta en el simbolismo sagrado, podemos ver también un vínculo con algunos de los conflictos históricos de Galicia.

Muchas veces se ha hablado de la condición periférica del noroeste peninsular que parece caer como una losa especialmente en Galicia, que desde el siglo XIX parece estar en conflicto con la centralidad, lo cual revela una cierta envidia de la condición de centralidad, entendida como sinónimo de importancia. Y aunque la herencia nacionalista del XIX sigue haciendo mella en una particular forma de leer el significado de la importancia, por ejemplo, del Reino Suevo (primer reino cristiano de la Península), la óptica moderna nos traslada un cambio en la comprensión historiográfica de estos acontecimientos, que durante la Alta Media en Galicia, nos revelan un territorio muy dinámico y conectado con otros grandes centros del momento como la Europa mediterránea, oriente, Bizancio, o la cultura atlántica de las Islas Británicas y la Bretaña francesa. A través de la comprensión simbólica del espíritu tradicional propio de este tiempo podemos también encontrar argumentos de base a la hora de dar significado a estos acontecimientos. Creemos que la cosmovisión propia de la modernidad racionalista es proyectada a menudo sobre otros periodos de la historia en los que existieron otras cosmovisiones. Si para nosotros hoy, el centro es sinónimo de importancia, para la cosmovisión medieval, sin embargo, la periferia era un reflejo del centro, es decir, no trataba de convertir lo periférico en central, sino que otorgaba a la periferia toda su importancia transformadora y particular, esencialmente derivada del centro.

El valor del noroeste peninsular en la Alta Edad Media venía derivado del valor de la función de los Finisterrae, (además de en Galicia, en torno al Atlántico, existen varios Finisterrae, cargados del mismo simbolismo y función primordial). Esta condición de fin de un mundo es justamente la que atrajo el interés de una cosmovisión que veía en esos lugares fronterizos la posibilidad de traspasar un umbral a partir del cual salir transformado, resucitado. Esa condición de frontera con el Otro Mundo, de lugar liminal y psicopompo, es lo que dio a estos lugares su importancia simbólica totalmente trascendental y en conexión con el centro, las relación de estos lugares con los centros espirituales del momento en el plano histórico es un reflejo de esta relación simbólica que a partir de la geometría sagrada se expresa en el vínculo entre la circunferencia y su centro, los dos puntos aparentemente más lejanos son en realidad los más próximos.


Pero entremos en el caso particular de San Pedro Fiz de Hospital do Incio, vemos que uno de los motivos que más ha llamado la atención por su originalidad y escasez es el grueso bocel en zigzag que rodea las arquivoltas y que continúa luego por las jambas hasta el suelo enmarcando todo el conjunto de la puerta principal y aportando una nota de unidad a una composición ya de por sí muy homogénea. Este tipo de línea en zigzag ha sido utilizada desde tiempos ancestrales por el ser humano para representar el agua, es decir, su capacidad de fertilizar y dar vida tanto a los campos como a los seres vivos. El hecho de que este motivo aparezca especialmente en Asturias y el norte de España lo pone en relación con el románico anglonormando que llegaría precisamente a nosotros a través de las aguas del Atlántico. Son muchas las tradiciones que han utilizado el agua en los rituales en los que los neófitos "nacían a una nueva vida", el mismo bautismo cristiano también lo incorpora. La pila bautismal cristiana nos habla precisamente de la "Fons Vitae",  la que manaba en el centro del Edén, y también en el templo de Jerusalén, en la visión de Ezequiel (Ez 47,1-3), y también en el agua que fue vista saliendo del costado de Cristo en el Gólgota (Jn 19,34). El signo de la cruz hecho con el agua al entrar en las iglesias es un rito de purificación y de sacralización, que se haca antes de franquear el recinto de la casa de Dios, como modo de separación entre el mundo profano y el carácter sagrado del lugar en el que se penetra. Este gesto reactualiza el sello del bautismo, que hace del hombre un "hijo de Dios". La forma de la pila de agua bendita, como la de la pila bautismal, subraya la eficacia del rito: cuba o concha, ella evoca la "matriz de la generación" (así es como Dionsio Areopagita llama al Sacramento del Bautismo) y la Fuente de vida que nos alimenta espiritualmente. Acerca de la especial relación de la Orden del Císter con el agua, hemos tratado al hablar del monasterio de Monfero, en otra entrada.

La pila bautismal que se conserva en San Fiz de Hospital do Incio se estima que fue construida en las primeras décadas del siglo XIII, por el mismo taller que construyó la iglesia.

La moldura en zigzag de esta portada se ha puesto en relación también con la que aparece en la misma situación en la iglesia de San Pedro de Bembibre (Taboada), una construcción datada por inscripción en 1191. Algunos autores han hablado de los vínculos entre estas dos iglesias y también con la portada desaparecida de la iglesia de Santa Mariña en Sarria, lo cual nos hablaría de una difusión de repertorios decorativos cistercienses por la zona. De hecho, su uso se detecta en diversas casas de la Orden. Estos repertorios simbólicos similares nos hablan de las estrechas relaciones existentes entre los condes de Sarria, el monasterio cisterciense de Santa María de Meira y la Orden del Hospital en los años en torno al cambio de siglo, que hizo que escultores formados en Meira versionaran, con el duro mármol de O Incio, modelos de capiteles de la iglesia abacial en San Pedro Fiz.

Portada en la iglesia de San Pedro de Bembibre, en Taboada, en la que se observa una decoración en zigzag muy similar a la de O Incio


En este sentido, también es necesario hacer referencia a los herrajes que conservan tanto la puerta oeste como la sur de O Incio y que bien pueden datar de principios del siglo XIII dadas las similitudes que presentan con los de las iglesias del Salvador de Sarria, Vilar de Donas en Palas de Rei, la iglesia abacial de Meira, o también las de la puerta norte de la Catedral de Lugo, donde encontramos el mismo tipo, más o menos desarrollado, de vástago central con volutas decorativas a ambos lados. 

Puerta sur y puerta oeste en San Pedro Fiz de Hospital do Incio, con los herrajes conservados de su factura original






Hablaremos ahora de la decoración de las arquivoltas, que no por ser sencilla, tiene menos significado. Debido a la influencia artística cisterciense, probablemente procedente de Santa María de Meira, encontramos en este templo un predominio de decoración vegetal y geométrica. A menudo se ha prestado menos interés a los motivos geométricos o vegetales por considerarlos meramente decorativos, sin embargo también estos, como las figuras antropomorfas o de animales, guardan un significado simbólico. La mayor parte de representaciones vegetales en el románico están en relación con el simbolismo de la vid (sangre de Cristo) y del trigo (cuerpo de Cristo). Son símbolos de la vid las pequeñísimas flores, que representan la flor de la uva, en las arquivoltas. Jean Hani también nos habla sobre el simbolismo de la vid en el templo cristiano.

Hemos hablado de un friso vegetal, generalmente una vid, esculpido en la arquivolta o sobre los montantes, paralelamente a lo que ocurre con la representación del Zodíaco. Sólo que aquél ocupa siempre una posición "interior", en el fondo de los ensanchamientos del nicho, mientras que éste se sitúa sobre su borde "exterior". Ello es así porque este friso no es más que una estilización del Árbol del mundo, símbolo ancestral de la humanidad, como el nicho, y que a menudo tapiza interiormente a éste. En el templo cristiano, este árbol es una vid, porque el propio Cristo se ha asimiliado a ella: Yo soy la Vid (verdadera)..." (Jn 15,1). Una feliz coincidencia más entre el simbolismo sagrado eterno y el simbolismo propiamente cristiano.

 

Delicadas y elegantes formas talladas en el mármol en alusión a la vid, como símbolo de Cristo




En toda la iglesia se observa una gran unidad arquitectónica y decorativa, lo cual parece un indicio claro de que fue levantada por el mismo taller en una única campaña constructiva y seguramente en un periodo relativamente corto de tiempo. Es muy probable también que, tal y como han apuntado varios estudiosos, el proyecto original hubiese sido sensiblemente distinto y haber tenido una mayor proyección en altura con un cuerpo superior fortificado. Efectivamente, resulta llamativo, en el exterior, las proporciones un tanto achaparradas que presenta hoy la iglesia. También en el interior se han observado indicios de esta mayor proyección en altura. Encontramos, en la contrafachada, una estrecha galería practicada en el grosor del muro cuyos muros laterales esperaríamos que estuviesen unidos en la parte superior por un arco, como ocurre en otros edificios de similar cronología como San Nicolás de Portomarín o Santo Estevo de Ribas de Miño (O Saviñao), de forma que bajo él se pudiese abrir un gran rosetón o una ventana para iluminar el interior.

En el interior se aprecia el aspecto "inacabado" de los extremos superiores de los muros, como también de las columnas, sin capiteles que las rematen.

El aspecto acabado de la proyección en altura que podría haberse realizado en O Incio tiene un referente en San Juan/Nicolás de Portomarín.

Las pilastras adosadas a los muros laterales, dado su grosor y articulación, hacen suponer que, originalmente, hubiera estado prevista una cubierta abovedada para la iglesia a una mayor altura que la actual. Desgraciadamente no es posible concluir si este proyecto de iglesia fortaleza fue abandonado sobre la marcha en favor de uno más sencillo y con un carácter más eclesial o si realmente se llegó a construir de este modo y fue eliminado posteriormente, quizás en el siglo XVI. Sea como fuere, los indicios parecen indicarnos que estamos ante otro ejemplo de gran templo fortaleza como el que los propios hospitalarios construyeron coetáneamente en Portomarín, con una tipología eclesial adaptada a esta Orden y desarrollada en torno al 1200.


En el capitel de la izquierda dos aves enfrentadas. En el de la derecha dos figuras animales que comparten una misma cabeza, en alusión a la integración de las fuerzas duales o de oposición.


En el capitel de las dos aves enfrentadas surge, en su interior, una forma de rombo que puede ser asimilable al del ánfora, la pila bautismal o el Grial, símbolo femenino.


Otro de los elementos simbólicos propio del Románico y presente en este templo es el de las aves enfrentadas. En este caso parece tratarse de palomas, un símbolo que también se relaciona con el agua, puesto que la Paloma se manifiesta en el río Jordán (en el bautismo de Jesús) como símbolo del Espíritu, que a su vez lo es del fuego.

respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego (Lc 3,16).

El paso del Jordán es a su vez un símbolo del Paso del Mar Rojo, que corresponde a la Pascua. También Elías cruza un río antes de ser elevado al cielo en un carro de fuego (carro solar). Es así que el esquema simbólico de la fecundación del agua por el fuego solar divino está presente en el simbolismo del bautismo, que es el sacramento de la iluminación, una participación a la luz solar de Cristo. En el ritual primitivo del bautismo se hacía según una doble orientación: se abjuraba contra el demonio con las manos extendidas hacia el occidente, imperio de las tinieblas, y se consagraba vuelto hacia el oriente, el punto por donde renace el Cristo-Sol. El baño bautismal era por tanto también un baño solar, como el de Cristo en el Jordán. Se renacía del agua y de la luz incorporada al agua, como "hijo de la luz", así como el sol surge del océano por la mañana. El Sol destruye al dragón, príncipe de muerte, y libera a las aguas; el baño del dios solar regenera las aguas en las que desciende, y uniéndose a ellas las fecunda y permite así su renovación.




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