Pseudo-esoterismos

¿No es más bella la vida de mi corazón

desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?

¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,
las almas serviles sólo respetan lo violento.
Únicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.

F. Hölderlin


El esoterismo aplicado a las personas tiene que ver con una práctica y un trabajo interno, tiene que ver con algo que remueve profundamente el interior para resignificar; todo lo que es interno necesita de un trabajo a partir de la experiencia, no del discurso. Cualquier religión que se quede solo con lo exotérico se queda únicamente con la cáscara, lo cual es un signo de nuestros tiempos, pues la apariencia predomina sobre el contenido, y no es raro que esta decadencia haya podido derivar del vaciamiento de esoterismo que ha tenido lugar en el cristianismo. Por muy bella que sea la cáscara, sin una práctica esotérica de las personas que la conforman, cualquier religión muere. Esta práctica es una forma de vida, o lo que en budismo se conoce como “sādhana”. Un maestro espiritual contemporáneo y yogui Sadhguru define sādhanā así:​

Todo puede ser sadhana. La forma en que comes, la forma en que te sientas, la forma en que te pones de pie, la forma en que respiras, la forma en que conduces tu cuerpo, tu mente y tus energías y emociones - esto es sadhana. Sadhana no significa ningún tipo específico de actividad, sadhana significa que usted está usando todo como una herramienta para su bienestar.

El historiador N. Bhattacharyya proporciona una definición práctica de los beneficios de sādhanā:

El sādhana religioso, que previene el exceso de mundanalidad y moldea la mente y la disposición (bhāva) en una forma que desarrolla el conocimiento del desapasionamiento y el no apego. Sādhanā es un medio por el cual la esclavitud se convierte en liberación.

Ahora bien, nuestros tiempos están plagados de métodos que también son mayoritariamente aparentes, los pseudo-esoterismos son vías que se muestran como caminos posibles de transformación, pero que no lo son en realidad. Lo que tienen en común este tipo de prácticas es que no tocan nunca el tema de la inversión energética y la purga, dos conceptos estrechamente ligados a la parte conflictiva y dolorosa que a menudo preferimos no tocar (o que no tenemos tiempo para ello). Es habitual también que en psicoanálisis las personas abandonen justamente en los momentos de enfrentamiento de la parte más oscura o dolorosa. Sin embargo, un verdadero camino de transformación solo funciona si uno se introduce en el infierno, en la sombra, allí donde preferiría no ver.

Por tanto, podríamos decir que las prácticas pseudo-esotéricas son las que pretenden transformar desde la luz, lo cual es un imposible, también en estas prácticas suele haber un exceso de discurso metafísico, un exceso de mente y de palabrería que son en el fondo discursos vacíos. Puede que en la superficie estas prácticas hagan vibrar a la persona, le hagan pensar y ciertamente le estimulen, pero no hay un verdadero trabajo de transformación, puesto que no se llega a trabajar con lo conflictivo y doloroso. Y el dolor es algo que tarde o temprano se presenta, la práctica pseudo-esotérica prefiere saltar este momento porque lo que busca son clientes y los clientes no siempre están dispuestos a pagar por transitar el dolor. Este es uno de los escollos más grandes de la cultura capitalista, el haber convertido en alumnos o en clientes a lo que antiguamente se consideraba un aprendiz, las diferencias son abismales. Ponerse de cliente en un camino espiritual como en cualquier camino de sanación tanto físico como psicológico, en el fondo, no es más que esperar una solución mágica venida desde fuera, el método científico no parece haber contrarrestado mucho esta tendencia tan humana de esperar a que venga un rayo del cielo a salvar, más bien la ha aumentado. La práctica pseudo-esotérica te lo hará fácil, no quiere espantar a los clientes, y es posible que te ofrezca retiros muy bonitos, muy livianos, y también muy edulcorados, pero lo cierto es que ahí no va a pasar nada.

El concepto budista de samskara nos habla de una particular posesión en la cual la compulsión a la repetición nos domina, tan solo llegar a tomar conciencia de ese circuito de repetición que nos posee lleva su tiempo, se logra a través de una combinación entre el deseo de algo más (de superación) y la confianza en el proceso. Se pueden ver grandes paralelismos entre los procesos que han transitado algunas de las grandes tradiciones como el budismo o el sufismo y también el proceso que sigue el psicoanálisis, Freud no descubrió el inconsciente, únicamente supo re-introducir en nuestra cultura un proceso de trabajo psico-físico que ya se realizaba en la Antigüedad, y lo supo adaptar y ampliar precisamente a las características de nuestra sociedad. El proceso de psicoanálisis cura porque la persona es capaz de establecer un distanciamiento, en un plano en el que el analizante puede distanciarse de algo que en realidad la persona no es, puede hacer un distanciamiento del ego, una separación identitaria, si el ego no se transforma no hay trabajo. La transformación se produce por acción activa del propio proceso de trabajo en la experiencia, este trabajo es también el que se persigue en determinados trabajos de meditación, la diferencia está en que los procesos tradicionales de meditación desanudan estos circuitos en el plano corporal, es decir, enfrentando el dolor en el plano corporal, mientras que el psicoanálisis los desata en el plano del lenguaje, de la mente, ambos coinciden en no establecer diferencias entre mente y cuerpo. El cuerpo es psiquismo y la psique es cuerpo, la purga se realiza en los dos niveles porque no se pueden separar. La potencia del ser verdadero está en saber integrar la palabra con la experiencia.

El análisis facilita que en ese proceso de identificación de la compulsión a la repetición, cuando uno llega a los momentos de mayor hundimiento, o de maníaca absoluta, sea capaz de separarse, para poder ver y poder recordar, en ese momento, de pronto ahí es cuando uno empieza a escupir recuerdos, y ahí se produce eso que comúnmente se confunde con el proceso psicoanalítico, que muchos piensan que consiste en recordar; sin embargo el recuerdo es un efecto secundario del trabajo, empezar a recordar es empezar a entender como están ligadas las cosas, cómo los eventos se conectan con consecuencias y con causas que dan lugar a la vida actual. Pero para que ese movimiento se pueda producir la persona tiene que ser capaz de mantener la presencia, existen ciertas condiciones de analizabilidad que no todas las personas tienen, el psicoanálisis no es para todos, así como las tradiciones no son para todos, hay tantos caminos como corazones, no todo es para todos.

Al hablar de un conflicto que una nunca había hablado en voz alta, por ejemplo, y es capaz de incluirlo en una red asociativa de interpretación, por la transferencia analítica, una se va más liviana, se siente más ligera, se produce un cambio químico, la química que produce nuestro cuerpo es el psiquismo en sí. El cuerpo es el psiquismo sedimentado. Para saber leer el cuerpo es necesario saber leer la mente. Tanto los procesos de meditación como el psicoanálisis son lentos, pues cuando una empieza a transitar el dolor lo primero que quiere hacer es escapar, esa va a ser la primera reacción que hay que ir diluyendo poco a poco, introducirse en los lugares más oscuros sin duda es más conflictivo a nivel psíquico que a nivel corporal, por eso creemos que el trabajo psicoanalítico es más completo, no tanto para alcanzar niveles espirituales, a los que la propia cultura en la que cada tradición vive inmersa facilita el proceso, sino para las características propias de nuestra sociedad, en las que lo espiritual es algo muy lejano de nuestro día a día. El psicoanálisis purifica el camino, la mente pasa de un estado denso a un estado más sutil, de algo grande a algo más pequeño. Esta sutilización psico-física produce automáticamente una mayor capacidad de encuentro con el otro, la permeabilidad respecto del otro se amplia, y también una posibilidad de ampliar la satisfacción sexual.

En el fondo, el psicoanálisis hace un trabajo de ascesis, el mismo que hace la meditación o la contemplación. Un trabajo de ascesis, no en el sentido de mortificación y autocastigo, sino un proceso de ejercicio en el que la persona gana una fuerza psico-física a partir del enfrentamiento con el dolor, un proceso que requiere de separación, voluntad, conciencia, confianza, deseo, para separarse y atravesar el mar del miedo, de la angustia, de las falsas nociones de como son las cosas, para superar todo eso se requiere fuerza y firme determinación.

En los procesos de meditación, como también en el Camino de Santiago (que no deja de ser una forma de meditar), tarde o temprano llega el displacer, que se presenta como algo que va a llamar a una reacción, estas reacciones serán las mismas que las de la vida (se camina como se vive): si eres exagerado, vas a ser exagerado en la reacción, si eres depresivo te vas a deprimir, si tienes una tendencia a querer dormir vas a querer dormir, si tienes tendencia a la ira, reaccionarás con ira. Es un trabajo de cirugía kármica, de 
ascesis, en el que si logras observar ese displacer con ecuanimidad entonces se transforma, es ganar una fuerza frente a lo que está automático en nosotros.

El Maestro Eckhart en el sermón 68 comenta la frase del evangelio de Lucas: «Sabed que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31), que se leía el segundo domingo de Adviento. Y nos dice:

San Bernardo dice: «¿De dónde viene que mi ojo conozca el cielo, y no mis pies? La razón se encuentra en que mis ojos son más semejantes (glîcher) al cielo que mis pies?» 22. Para que el alma conozca a Dios, tiene que ser celeste.

¿Qué es lo que lleva al alma a conocer que Dios está en ella y a saber lo ‘cerca’ que está Dios?

Del mismo modo, para conocer a Dios el alma ha de permanecer tan firme y tan confiada [en Él], que nada pueda impresionarla hasta hacerla desviar de su trayectoria, ni esperanza, ni temor, ni alegría, ni desgracia, ni amor, ni dolor, ni nada de nada. [2.] Además, el cielo se encuentra en todos sus extremos igualmente distante de la tierra 24.

Del mismo modo, el alma tiene que estar igualmente distante de todas las cosas terrenas, de manera que no esté más cerca de una cosa que de otra. Para que el alma sea noble 25, ha de tener una distancia igual de todas las cosas terrenas, esperanza, alegría o aflicción; sea lo que sea, ha de situarse en todo tiempo más allá de ellas [en Dios] 26.

Nunca hubo nadie que deseara alguna cosa con tanta fuerza como desea Dios conducir al ser humano a que le conozca. Dios está dispuesto en todo tiempo, pero nosotros estamos muy poco dispuestos. Dios está cerca, pero nosotros estamos lejos, Dios está en el interior, pero nosotros estamos fuera. Dios nos es íntimo, pero nosotros somos extranjeros [a nosotros mismos]. El profeta dice: «Dios conduce a los justos por caminos estrechos, hacia el sendero ancho» [Sab 10,10], para que alcancen la amplitud y la anchura.


Durante más de una década, el fotógrafo Thomas Laird recorrió la meseta tibetana para captar «en toda su inmensidad, complejidad y riqueza espiritual, emocional y psicológica» los espectaculares murales budistas que adornan sus monasterios.


El trabajo para producir la inversión energética está presente en el psicoanálisis, como también lo está en algunas tradiciones como el budismo o el sufismo. Podríamos comparar la inversión energética con la metáfora de una planta que se desplanta de un lugar y se planta en otro, esto es lo que implica que los mecanismos de goce pulsional en los que uno se mueve habitualmente puedan ser transformados y modificados, gracias a la inversión energética.

El pseudo esoterismo no toca la inversión energética. El camino verdadero te hace tocar el dolor, el punto central del trabajo interior es el encuentro con el dolor, ese dolor conduce a impulsos, a reacciones, a escapar. Uno está atado a reaccionar de una manera prototípica que está guardada en nuestro sistema. Las formas prototípicas de reacción, que en una postura de meditación pueden salir a relucir, una incomodidad física hace activar en la mente pensamientos de desazón y de angustia. Cual es la clave ahí, el budismo, por ejemplo, trabaja ese momento del quejido, del dolor, de la purga. Existen en budismo, tres conceptos: anicca, dukkha, y anatta. Anicca es la llave con la cual uno puede transitar a la ecuanimidad en el momento en que empezó el dolor. Es necesario invertir tiempo, es necesario invertir el goce. Mi presente está determinado por las decisiones que yo he tomado en el pasado, ese es el concepto de Kamma, mi presente es el resultado de mi pasado. Hay muchos efectos que vivimos en el presente que no sabemos por qué los vivimos, esas líneas karmicas no siempre son visibles. Pero si el foco de mi bienestar viene de las circunstancias transitorias del afuera, estoy destinada a caer, porque todo lo que el mundo da, el mundo lo quita, nada es eterno. La circunstancia no es fuente genuina de felicidad, el propio interior es la fuente.

Nuestro psiquismo más primario funciona queriendo agarrarse a lo placentero y rechazando el dolor. El budismo no es contrario al deseo, lo que la práctica modifica es el aferramiento, la avidez, que es del orden del ego, no del ser. Cuando una se aferra demasiado a como tienen que ser las cosas, inevitablemente conduce al sufrimiento (dukkha). Dukkha es el sustrato de infelicidad que hay en todo. 

Las circunstancias externas inevitablemente desaparecerán, para bien y para mal. Dukkha no solo habla del dolor que experimentamos por el trance de estar vivos, aunque estemos en un plano muy favorable, en un momento vital muy bueno, igualmente se pierde todo, ¿cuánto dura el placer? La búsqueda del placer conduce a que siempre se te va de las manos, no lo puedes agarrar, eso es dukkha.

Anatta es la ausencia de identidad sustancial en todos los fenómenos condicionados. Todo lo que está en el plano condicionado tiende a disolverse.

Cuando una ve que el dolor de piés que invade al llevar horas caminando, empieza a dejar de doler, entonces una es capaz de ver que entra en juego toda la reacción de angustia ante el dolor, pues una parte es el dolor de piés pero otra parte más grande es la reacción ante el dolor, y al darse cuenta de eso, entonces el dolor disminuye, dejo de estar tomada por mi reacción inconsciente, y la tensión misma de los piés empieza a bajar. Ese es el trabajo de profundización en lo esotérico, parece lógico que sea un trabajo del todo incompatible con la tendencia mayoritaria de la sociedad a tapar cualquier indicio de dolor, más incluso cuando en el ámbito de la salud estamos acostumbrados a exigir resultados como si se pudieran comprar, la objetivación y mercantilización de todo lo que nos rodea ha arrastrado también a la medicina a hacernos creer que la cura puede llegar desde fuera.