El Evangelio de Tomás


 

N. 13 Jesús dijo a sus discípulos (mathetés): Hacedme una comparación y decidme: ¿a quien me asemejo?
Simón Pedro le dijo: Te asemejas a un ángel justo.
Mateo le dijo: Te asemejas a un filósofo sabio.
Tomás le dijo: Maestro, mi boca no será capaz en absoluto de que yo diga a quien te asemejas.
Jesús dijo: Yo no soy tu maestro, puesto que que has bebido y te has embriagado del pozo que bulle, que yo mismo he excavado.
Y lo tomó, se separó y le dijo tres palabras. Cuando Tomás volvió hacia sus compañeros le preguntaron: ¿qué te ha dicho Jesús?
Tomás les dijo: Si yo os dijera una de las palabras que me ha dicho, cogeríais piedras para arrojarlas contra mí y saldría fuego de las piedras que os consumiría".

Evangelio de Tomás


Si hay algo que nos enseña Jesús es a identificarlo por la Palabra, allí donde aparezca, más allá de todo nombre, o de toda identidad y prejuicio. No hay ninguna palabra de Jesús en los 4 Evangelios canónicos de la que no se pueda extraer alguna enseñanza para la vida. Sin embargo, al leer este pasaje del Evangelio de Mateo, lo primero que pensamos es ¿cual es la enseñanza extraíble de dicho relato? El Jesús del Evangelio de Tomás no es el mismo que el Jesús de los 4 Evangelios canónicos. 

El relato comienza con el planteamiento de una pregunta por parte de Jesús, que trata de desafiar y poner a prueba a sus discípulos. La pregunta que realiza Jesús parte ya de un posicionamiento un tanto ambiguo, pues teniendo en cuenta el paralelismo con Mt 16, 13-19, las diferencias entre preguntar ¿quien decís que soy yo? y preguntar ¿a quien me asemejo? parecen partir ya de un cierto juego intelectual, entre el ser y el parecer. Y aunque Jesús, en los evangelios canónicos sí establece muchas comparaciones para dar a conocer el Reino de Dios, este desafío que lanza a sus discípulos en el Evangelio de Mateo no puede hacernos olvidar que lo que es, tiene también que parecer. Jesús desafía a sus discípulos, el primero que se lanza a responder es Pedro, el impulsivo, lo cual concuerda bastante bien con las descripciones que se hacen de él en otros Evangelios. La respuesta de Pedro traducida a un lenguaje actual podría ser algo así como: "te asemejas a un ser de luz". Mateo dice que se asemeja a un filósofo sabio, vemos en esta respuesta la influencia helenística que pone en lo más alto del escalafón al filósofo. Sin embargo Mateo responde que no es posible expresar con palabras a quien se asemeja Jesús. Ante las respuestas suscitadas a partir de la pregunta que lanza Jesús, es bastante extraño que sin embargo éste no se haga receptor de las respuestas de Pedro y Mateo, a quienes ignora, imaginamos que por no haber acertado la respuesta. Pero entre el ser y el parecer, aquí tenemos que decantarnos por el parecer, pues lo que parece es que hay algo que nuestros oídos poco preparados están incapacitados para enteder, como así también lo están los de Pedro y Mateo, que no deben de ser aptos para escuchar las palabras que Jesús dirige en exclusiva a Mateo, el listo de la clase que además ha llevado la lección estudiada. Pero el premio que recibe Tomás frente a sus compañeros poco preparados va mucho más allá de lo esperado, pues Jesús llega incluso a renunciar a su rol de maestro, por consider que Tomás ya lo ha igualado, si no superado. Es así que podemos sacar la conclusión de que el Evangelio de Tomás no acepta la divinidad de Jesús. A pesar de que Jesús parece tener una alta consideración de sí mismo, solo alcanzable por algunos distinguidos y cualificados "estudiantes", el hehcho de que sea posible llegar a ser como él nos está hablando de una naturaleza finita, pues una vez que Tomás supera la prueba, Jesús deja de ser maestro y por tanto responsable de la inmensa tarea que, por el contrario, encarga a Pedro en el Evangelio de Mateo. Cuando Jesús le dice a Pedro "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" está dejando claro que la Iglesia no es de Pedro, sino de Jesús. Quien edifica la Iglesia no es Pedro, sino Jesús, lo cual no impide que Pedro pueda estar a la altura de la responsabilidad que se le encomienda. Jesús confía plenamente en Pedro, pero no lo equipara a la divinidad, porque Dios solo hay uno. Por tanto, el falso intelectualismo del Evangelio de Tomás queda al descubierto cuando pretende presentarse a sí mismo como el listo de la clase, capaz de identificar la naturaleza de Jesús como inexpresable, para, a renglón seguido, dejar al descubierto que la naturaleza de Jesús no solo es expresable y alcanzable, es de hecho finita, pues el propio Jesús dice de sí mismo que ha dejado de ser Maestro, para así dejarnos claras las virtudes de la gnosis y sus secretos.

Comprendemos ahora el motivo por el que dicha interpretación de Jesús haya sido considerada incompatible con la tradición canónica cristiana, la cual nos habla de que acercarnos a Dios es acercarnos a su infinita distancia, y que no por imposible deja de ser deseable, más bien al contrario, el deseo expresa toda su potencia precisamente por no poder ser nunca satisfecho, la clave para alcanzar la plenitud de Dios es precisamente permanecer en ese vacío infinito e imposible de llenar, que nos separa y a la vez nos acerca a Dios.
Jesús le da una revelación indivual a Tomás, al mismo tiempo que la oculta al resto de compañeros, ¿con qué objetivo? ¿ayudar al que más atención necesita o despreciar a quienes más lo necesitan? ¿Premiar al justo y avanzado? ¿Despreciar al pecador/ignorante? Ninguna de estas actitudes es compatible con lo que sobre Jesús se nos cuenta en los 4 Evangelios canónicos. Jesús revela solamente a Tomás algunas doctrinas secretas, de manera que los que no sabíamos nos quedamos sin saber, y el que ya sabía no aprende nada nuevo. ¿Acaso no son muchos los profesores en el mundo académico que reproducen esta misma actitud despreciativa?

Pero mientras en este pasaje Pedro queda muy mal parado, sin embargo en los Evangelios canónicos es todo lo contrario. En Mt 16, 13-19 se narra el pasaje de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, en algunos puntos similar a éste de Mateo. Jesús se interesa por saber qué se dice entre la gente sobre su persona, muestra su naturaleza humana y no la de un santo que está por encima del resto de los mortales. Después de conocer las diversas opiniones que hay en el pueblo, se dirige directamente a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Jesús no les pregunta lo que piensan sobre su sermón en la montaña o su actuación curadora, lo decisivo es la adhesión a su persona. Simón toma la palabra en nombre de todos, pues no se trataba de un examen individual en el que demostrar cada uno sus capacidades, sin lugar para la espontaneidad. Los demás no dicen nada, pero Pedro responde de manera fervorosa y pasional, según su propio caracter: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús lo llama bienaventurado por esta revelación divina y le anuncia que sobre esa confesión de fe será construida su Iglesia. Hace un importante reconocimiento a Pedro, el momento en el que de hecho cambia su anterior nombre de Simón por el de Pedro, la piedra de su Iglesia. Pero en el siguiente pasaje, cuando Jesús le dice a Pedro que aún le queda el padecer ser muerto y resucitado y éste le invita a no pasar por ese sufrimiento, Jesús no tiene ningún inconveniente en decirle abiertamente y sin secretos: "apártate de mi, Satánas". Tampoco Pedro es un santo, ni está libre de errores, Pedro es humano, y Jesús premia su humanidad, no su santurronería.

Pero en el Evangelio de Tomás, Pedro pasa a segundo plano y se resalta sobre él a Tomás, el caso es que el nombre es lo de menos, lo importante es saber el motivo por el que uno y otro son reconocidos. El punto es que solamente a Tomás le revela Jesús algunas palabras secretas, esto es estructuralmente distino de lo que nos presentan los Evangelios canónicos, en donde no hay nunca una revelación a un solo discípulo. Jesús a veces los separa de la muchedumbre, los lleva a un lugar apartado, pero algo que diferencia particularmente la revelación de Jesús es que es apóstólica, no va dirigida a una persona en exclusividad. Y sin embargo, ¿qué son estas doctrinas secretas que le revela Jesús a Tomás? Pareciera que tienen relación con un conocimiento interior que no acabamos de comprender de qué manera se alcanza. En anteriores pasajes de este Evangelio se pone el énfasis en el conocimiento de uno mismo, aunque no llegamos a saber bien de qué manera se puede alcanzar dicho conocimiento, puesto que es secreto. La comprensión de lo que significa ser hijo de Dios en el Evangelio de Tomás viene condicionada por el acceso al conocimiento, es decir, entiende que el conocimiento es lo que nos convierte en hijos de Dios, no el hecho de haber nacido. En otro pasaje nos dice que el Reino del Padre está difundido sobre la tierra y los hombres no lo ven, porque no se conocen a sí mismos. Sin embargo, el texto del evangelio de Tomás no trata de ayudarnos a conocer, si no que más bien parece hacer propaganda de lo que podría alguien aprender si se suma a esta secta gnóstica, en donde sí tendrá acceso a los secretos que ahora oculta. Tomás es llamado el mellizo, y se entiende que Tomás se identifica a sí mismo como el mellizo de Jesús, pues, gracias al conocimiento, llega a ser como Jesús, podríamos ver en esta identificación el atractivo que nos ofrece como gancho para atraernos a las ventajas que conseguiremos uniéndonos a esta secreta secta: seréis como Dios.

Otro de los elementos despreciativos que incluye el Evangelio de Tomás es el rechazo a las mujeres, algo que no deja de resultar llamativo, pues muchas de las actuales sectas que se han considerado herederas de dicha tradición secreta o, mal entendida, esotérica, también impiden el acceso a las mujeres, es el caso de muchas sectas masónicas.

N. 114. "Simón Pedro les dijo: Que María salga de entre nosotros porque las mujeres no son dignas de la vida. Jesús dijo: Mirad, yo la impulsaré para hacerla varón, a fin de que llegue a ser también un espíritu viviente semejante a vosotros los varones; porque cualquier mujer que se haga varón, entrará en el Reino de los cielos".

Algunos han justificado estas palabras diciendo que deben ser entendidas desde un punto de vista exclusivamente espiritual, no literal. Lo cierto es que la tradición judía, y por tanto también la cristiana, nos dice que ningún texto sagrado pierde su Peshát, y que si descartamos el Peshát (el nivel literal) perdemos toda oportunidad real de tener un entendimiento exacto. Si descartamos el nivel literal nos quedamos con un juego de “no-hay-por-dónde-agarrarlo” de pura imaginación, en el cual ya no estamos derivando significado objetivamente, sino añadiendo subjetivamente significado a las Escrituras. Esto es lo que sucede con quienes pretenden hacernos creer que este texto debe ser considerado sagrado porque lo que dice no podemos entenderlo como literal. Y lo cierto  es que muchos textos sagrados tratan de impulsarnos al nivel espiritual para evitar quedarnos en comprensiones reducidas de literalidad, pero estos impulsos se revelan precisamente en la aparente incompatibilidad entre opuestos del nivel literal, por ejemplo el caso de la virginidad y la maternidad de María, el nacimiento de una estéril en el caso de Ismael en el Antiguo Testamento o la navegación en una barca de piedra del Apóstol Santiago. La materialidad del nivel literal nos invita a ser trascendida y nos conduce a un nivel verdaderamente esotérico pero no oculto ni secreto, pues si hoy no está a nuestro alcance lo estará mañana. En el caso del texto de Tomás, la materialidad física no nos habla de ninguna imposibilidad ni contradicción, a no ser que veamos en la condición de mujer un obstáculo que impide alcanzar el conocimiento. Si bien podríamos ver algún paralelismo con la invitación de Jesús a ser como niños en Mt 18,3 , en el caso de los
niños sí resulta comprensible entender a que puede referirse el hecho de adoptar cualidades como la humildad, la docilidad a la voluntad de Dios, la sencillez de corazón, la confianza y la capacidad de vivir en el presente sin preocupaciones por el futuro. Sin embargo, el sentido metafórico de las cualidades del varón frente a las de la hembra, no parece ser muy fácil de entender, quizás porque no hay nada que entender. Podría ser apropiado traer la frase de Nietzsche para revelar el sentido oculto del texto de Tomás:

"Quien sabe que es profundo se esfuerza por ser transparente; quien quiere parecer profundo a los ojos de la multitud se esfuerza en ser oscuro. Pues la multitud estima que es profundo todo aquello cuyo fondo no logra ver; ¡tiene tanto miedo a ahogarse!"

Otro ejemplo lo vemos en el texto del Cantar de los Cantares, el cual, si puede ser entendido en su sentido espiritual más elevado es porque nunca contradice el sentido literal del amor carnal entre una pareja. Por otro lado, el retrato que se hace de Tomás en los Evangelios canónicos aparece de hecho enfrentado con el de María Magdalena, ella no sólo es la primera en identificar al resucitado, además, al contrario que Tomás, no necesita tocar para creer porque ella ya ha sido tocada espiritualmente. Aún así, el Evangelio de Juan no excluye a Tomás por ello, sino que es capaz de aceptar tiempos diferentes en cada uno.

Pero además de despreciar a las mujeres y a los "poco iniciados", el texto del Evangelio de Tomás desprecia también la tradición, lo cual no nos resulta extraño.

N. 52. "Sus discípulos le dijeron: Venticuatro profetas hablaron en Israel y todos hablaron de ti. Les dijo: Habéis dejado al Viviente que está ante vosotros y habéis hablado de los muertos".

Esta es otra de las incompatibilidades con los 4 Evangelios canónicos, pues en todo momento Jesús reconoce la autoridad de los profetas y del Antiguo Testamento, por lo que es integrado plenamente en el interior de la Tradición Primordial, algo que sin embargo no puede decirse del Evangelio de Tomás.

Y aunque no puede negarse el interés que tiene este texto, e incluso la importancia que muchos estudiosos han visto en él para dar peso a la hipótesis de la existencia de una fuente Q en la que también se basarían los evangelios de Marcos y Mateo, no puede ser tomado en serio como candidato a texto sagrado. Podríamos incluso atender a sus propias enseñanzas y llegaríamos a la conclusión de que Mateo no quiere formar parte de la Biblia, pues el mismo Evangelio se presenta como "Dichos secretos de Jesús que escribió Tomás", es decir no quiere tener nada en común con Pedro o Mateo, ya que solo Tomás ha tenido acceso a esta doctrina secreta de Jesús y por tanto podemos deducir que el Evangelio de Tomás prefiere ser un Evangelio único, no quiere ser el Quinto Evangelio, puesto que no le interesa ser puesto en paralelo o en concordancia con los demás. Esto resulta clave para comprender el proceso de formación de la Biblia, y básicamente el porqué de que unos textos se hayan incluido y otros no, el motivo es básicamente que "algunos quieren y otros no", lo que viene a decir que algunos están movidos por el deseo y otros no. En el Evangelio de Juan, por ejemplo se habla numerosas veces del Discípulo Amado, y se presenta a sí mismo como autor del Evangelio, éste recibe unas cualidades especiales que lo identifican como el discípulo más querido de Jesús, y sin embargo a quien encarga el cuidado de sus ovejas es a Pedro, no al Discípulo Amado. Por tanto es un Evangelio capaz de reconocer la autoridad de otros, por ejemplo la de Pedro, a pesar incluso de que negó a Jesús, de que no lo reconoce cuando lo ven en la orilla, y de que se revela como profundo pecador. El Evangelio de Juan está abierto a reconocer una tradición distinta, la tradición de Pedro, que es recogida precisamente por el Evangelio de Mateo. El evangelio de Juan no se cierra a otras versiones, mientras que el de Tomás es excluyente, él mismo se excluye.

A continuación traemos unas palabras de Massimo Recalcati que analizan la maravillosa profundidad de la traición y la naturaleza pecadora de Pedro, esa que nos hace plenamente humanos y por la que el mismo Dios se acerca a nosotros en su máxima expresión de humanidad.

Pedro traiciona no solo una vez, sino varias veces, tres veces nada menos, en unas pocas horas. Su fe, que parecía hecha de granito, se deshace, se desmenuza, cede a los primeros golpes. A través de la traición de Pedro, Jesús está destituyendo toda idealización heroica de la lealtad. Nos demuestra que incluso el amor más sólido -por ser humano- puede caer, resbalar, traicionar su propia causa. Su traición revela una contradicción que pertenece al ser humano: no siempre nos mostramos a la altura de nuestro amor, no siempre somos coherentes con nuestro deseo. El gesto, tan humano, de Pedro nos enseña que la fragilidad y la contradicción también pertenecen al amor más puro, al deseo más firme, que la vida humana siempre está expuesta al riesgo del extravío y de la desbandada. Y es precisamente en este pico decisivo donde se pone de manifiesto la profunda diferencia que separa la traición de Pedro de la de Judas. Mientras este último, frente al horror de su gesto, elige el camino sin retorno del suicidio, Pedro llora. Otra contradicción muy humana: la que hay entre la fuerza y la debilidad, entre el ánimo decidido, convencido e impetuoso del discípulo designado como sucesor y su fragilidad, su inseguridad, su escisión. Las lágrimas de Pedro son el último gesto de Pedro, no la palabra falsa, la mentira y la negación. Estas lágrimas mantienen abierta una posibilidad que el acto del suicidio, por el contrario, hace imposible, porque en ese caso la muerte sucede a la vida y concluye todo discurso. El llanto, en cambio, muestra la humanidad vulnerable de Pedro, su carencia y su división consiente la reapertura del contacto con el Otro. Resulta siempre posible caer en el abismo de la traición, no ser coherente con la propia palabra, contradecirse, cometer errores, fallar, traicionar el propio deseo. Pero saber comprender la incoherencia de uno mismo, la contradicción de uno mismo, el error de uno mismo, el fracaso de uno mismo, no impide el amor, sino su reinicio después de la caída. El amor ideal no existe, el amor sin carencia y sin contradicción no pertenece a la vida humana. La enseñanza más alta de las lágrimas de Pedro consiste en aceptar y no rechazar su propia carencia, en no renegar de ella como sí renegó en cambio de su maestro. En hacer de su propia carencia los cimientos nuevos de su amor.




Referencias:

https://www.ugr.es/~mreligio/materiales/Evangelio-de-Tomas%28copto-Nag.Hammadi%29.pdf 

https://www.youtube.com/watch?v=nd_sVVyCeX0&ab_channel=RaicesdeEuropa

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