Virtudes teologales

La tradición de la iglesia ortodoxa nos transmite a las Santas Fe, Esperanza y Caridad como hijas de Sofía, es decir, la sabiduría.



Cuando el joven rico le pregunta a Jesús qué tiene que hacer para salvarse, éste le responde enumerando los mandamientos, pero no los enumera todos, solo hace mención a los que afectan directamente al prójimo, no los que hacen alusión a Dios. Este detalle nos da una idea de que muchas veces el verdadero cristiano puede ser incluso un ateo.

"Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos."

Así también sucede en el islam, que considera que cualquiera puede ser musulmán, incluso sin saberlo, porque la creencia está asociada a una forma de vida, no a un dogma ideológico, y por tanto quien viva acorde a esa creencia ya puede ser considerado musulmán. Pero el cristianismo establece unas diferencias importantes entre las virtudes cardinales y las virtudes teologales, diferencias que se podrían establecer también entre aquellos mandamientos que hacen alusión al prójimo y aquellos que hacen alusión a Dios. Es precisamente uno de los temas por los cuales ha sido ampliamente criticado por el racionalismo que tan alegremente hace gala de su ignorancia. Acusa al cristianismo de estar en contra del libre albedrío y de poner al ser humano en situación dependiente de Dios, por considerar que la gracia divina es un don que recibe el hombre de Dios, y que no se puede alcanzar sin que éste se la conceda. En particular las teorías neo-celtas-paganas desarrolladas sobre la base de un claro resentimiento frente al cristianismo, ponen en éste una idea de debilidad humana derivada del pecado original y la enfrentan a una peligrosa visión romántica y nacionalista por la cual, al comer la manzana, el hombre celta es verdaderamente como un dios. Según esta interpretación, el ser humano se liberaría del yugo de Dios por su propia voluntad, frente a una ortodoxia cristiana que promovería la sumisión a Dios y la incapacidad para alcanzarlo si no es por medio de la gracia concedida por Dios.

Aquí se da una curiosa confluencia, pues suelen ser estos racionalistas acérrimos también los que más se nombran defensores de la mujer. Parece que una cosa no tiene que ver con la otra pero sin embargo, si uno trata de superar las limitaciones racionales, que son precisamente el motivo por el cual se formulan las afirmaciones espirituales en clave ilógica, entonces podremos ir más allá de lo aparentemente imposible. Si la concesión de las virtudes teologales se produce a través de la gracia divina es precisamente porque solo se alcanzan mediante la capacidad receptiva, es decir, la cualidad específicamente materna, la cual no solamente está en las mujeres madres, ni solamente en las mujeres, de hecho muchas madres no poseen esta cualidad y es el motivo por el cual se vuelven perversas. La cualidad de lo maternal es posible en el psiquismo de toda persona, San Bernardo de hecho nos habla de ella como si de la mejor madre biológica se tratara. La Fe, Esperanza y Caridad se llaman virtudes teologales porque tienen a Dios por objeto inmediato y principal y porque Él mismo nos las infunde. No es casual que tanto la tradición judía como la cristiana haya considerado que así como la mujer fue la primera en quitar la luz del mundo por el pecado, así también ella será la primera en devolver la luz al mundo, pues es la capacidad de recibir la que precisamente posibilita la relación con Dios, y la capacidad de recibir es propiamente la materna. Esta capacidad materna de recibir se puede detectar ya en el lenguaje, el cual es el primer plano en el que alguien es capaz de recibir algo del otro, es decir, de acogerlo en su interior. Por el lenguaje se puede observar si alguien rechaza sistemáticamente cualquier idea u ocurrencia del otro o si por el contrario es capaz de acoger dicha idea, aunque solo sea para escucharla, sin necesidad de que ello suponga la aceptación o el estar de acuerdo con ella. Aunque también está quien acoge tanto la idea del otro que se la apropia, lo cual es una característica de la madre cocodrilo, la que es capaz de acoger al niño en su interior pero después no es capaz de soltarlo. 
También la negación persistente y tozuda a recibir comentarios halagadores es un ejemplo de incapacidad para recibir, un ejemplo son esas personas que si les haces un comentario sobre lo bien que les queda la ropa te contestan con un sinfín de justificaciones acerca de lo barata que le ha salido esa ropa, o la poca importancia que le dan a ello, antes que aceptar el halago con un simple "gracias", no es casual que la capacidad divina de conceder sus cualidades sea precisamente la gracia. Desde las nuevas tendencias aparentemente feministas también se ha fomentado mucho este rechazo a los piropos masculinos hacia la mujer, revelando con ello su desprecio hacia la feminidad, es decir, a la capacidad de recibir. Por otro lado, la crítica racionalista a la recepción de la gracia divina deja ver también su profunda negación de lo femenino, pues entiende que el libre albedrío humano solo incluye capacidades emisoras y no receptivas, por eso cree que puede hacerse a sí mismo verdaderamente libre a base de ignorar sus capacidades receptivas, precisamente las que posibilitan la escucha del pensamiento diferente, y el amor al prójimo.