PaRDeS

 


El aguijón en la carne
12 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), 4 que fue arrebatado al paraíso (PaRDeS), donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar (2Cor 12,1-4).

Si bien la hermenéutica judía estableció una cantidad exagerada de reglas a partir de las cuales interpretar el texto sagrado, el cristianismo se pasó al lado opuesto, y no estableció ninguna regla para interpretar el texto. Son muchas las reglas sistemáticas y refinadas que el judaísmo aplica para entender las Escrituras, sin embargo el cristianismo, precisamente surgido como reacción frente a los excesivos legalismos fariseos, difiere no en cuanto a que tenga un conjunto alterno de reglas, sino en cuanto a que no tiene ninguna regla. El Padre de la Iglesia, Jerónimo, escribió en el siglo IV: “Los judíos insisten en una interpretación literal de las Escrituras basados en trece reglas, pero nosotros sabemos que la interpretación espiritual es muy superior”.

Aunque también debemos decir que el Nuevo Testamento fomenta el uso de reglas de hermenéutica, por eso leemos a Pablo diciendo: “Procura presentarte aprobado delante de Elohim, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza correctamente la Palabra de Verdad.” (2 Tim 2,15). Se indica aquí que hay una manera correcta de interpretar las Escrituras, por lo tanto, hay también una incorrecta (2 Pedro 3,15-17). Ahora bien, si hay una manera correcta y una manera incorrecta, entonces eso también quiere decir que hay reglas. La interpretación objetiva por sobre la subjetiva se encuentra también en el texto sagrado cristiano: “Sabiendo primeramente esto: que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; porque la profecía nunca vino por voluntad del hombre, sino que hombres apartados de Elohím hablaron siendo movidos por el Espíritu de Santidad.” (2 Pe 1,20-21).

Muchos en la cristiandad, sin embargo, han desarrollado su interpretación al estilo de “hágalo usted mismo”. A menudo tienen estudios bíblicos en los que preguntan ¿qué significa este versículo para ti?. Muchos dicen: “Para mí este versículo significa...” La respuesta judía sería preguntar: “De acuerdo, así que si tú no estuvieras aquí, ¿qué significaría este versículo?”. Eiségesis significa “Leer las ideas de uno en el texto”, mientras que Exégesis significa “Extraer ideas del texto”. La hermenéutica judía establece cuatro niveles de interpretación que se recogen en el acróstico de la palabra PaRDeS, que significa Paraíso en hebreo. Mediante estos cuatro niveles se va profundizando, como en las capas de una cebolla, cada nivel es más intenso que el anterior.

Peshát
El Peshát es el significado simple, básico, literal del texto; entender la Escritura en su sentido natural, normal usando los significados acostumbrados de las palabras que se emplean, y respetando siempre la regla exegética primaria que aparece en el Talmud de que ningún pasaje pierde su Peshát. Si descartamos el Peshát perdemos toda oportunidad real de tener un entendimiento exacto. Nos quedamos con un juego de “no-hay-por-dónde-agarrarlo” de pura imaginación en el cual ya no estamos derivando significado objetivamente de las Escrituras (exégesis), sino añadiendo subjetivamente significado a las Escrituras (eiségesis).

El alejamiento que se dió en el cristianismo de este principio ha sido reflejado también en la tendencia moderna a anteponer cualquier interpretación subjetiva en el arte, por encima de la objetiva. El extremo en el que hoy nos encontramos, por el cual todo se puede reducir a “me gusta” o “no me gusta”, ha sido el fruto de una progresiva degeneración en la que también el predominio del yo se antepuso sobre el resto de capas que conforman al ser humano. El predominio del yo y la razón en el ser humano, como también el predominio del sentido literal por sobre los demás sentidos del texto, nos ha conducido, contrariamente a lo que podría esperarse, a una comprensión más irracional y absolutamente desconectada del sentido literal y material. La interpretación más elevada y profunda del texto no puede realizarse olvidando el sentido literal que le corresponde, por eso hoy vemos tanta pretenciosidad de profundidad, de sentido elevado y misticismo en el arte, que sin embargo olvida el significado más simple y visible que la materia nos revela. Esta conexión entre el punto más alejado y el más central o profundo se da también en el propio simbolismo del templo, de ahí que entre la puerta del templo y el altar, situado en el Sancta Sanctorum, exista la misma relación que entre la circunferencia y su centro pues, aun siendo los elementos más alejados, son, de alguna manera, los más próximos, ya que se determinan mutuamente y se reflejan. Esto se advierte en la decoración arquitectónica de las catedrales, en las que, con frecuencia, la portada es semejante al retablo del altar mayor.

Rémez
Al siguiente nivel de entendimiento se le llama en hebreo Rémez (pista). Ese es el significado implícito del texto. Una conclusión a la que se llega mediante razonamiento inductivo sería un entendimiento Rémez. Recomendamos este interesantísimo artículo en el que se explica más en detalle los métodos interpretativos de cada nivel.

Derásh
El siguiente nivel de entendimiento de las Escrituras se llama en hebreo "Derásh" que significa “escudriñar”, esa es la aplicación alegórica o tipológica del texto. En el nivel Derásh se usa la creatividad para escudriñar el texto en relación con el resto de las Escrituras, otra literatura, o la vida misma. Este proceso a menudo envuelve eiségesis (añadir ideas al texto) del texto pero debe ser ajustado por medio de tener algún fundamento en sana exégesis también. Ningún entendimiento Derash puede ser usado para despojar a un pasaje concreto de su significado Peshat, como tampoco para despojar a ningún otro pasaje del texto bíblico de su significado Peshat. La Escritura se explica por la Escritura.

Sod
El último nivel de entendimiento de las Escrituras se llama en hebreo “Sod” que significa “oculto”. Este entendimiento es el significado oculto, secreto o místico de un texto. 

7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9 Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios (1 Co 2,7-10). 

Podemos ver en estas palabras de Pablo un mayor interés por parte del cristianismo en el nivel espiritual secreto, es decir, el esotérico, por lo cual no parece descabellado afirmar, como también lo hace René Guénon, que el cristianismo nació como un culto esotérico, y este sentido se fue perdiendo progresivamente, de manera especialmente acuciante a partir del inicio de la modernidad. Al desconectarse el nivel espiritual (el más elevado) del nivel literal, se produjo un descenso total al nivel más bajo, podríamos ver en ello precisamente un impulso cósmico a invitarnos a recuperar el nivel más material y simple de la realidad, también el más singular, pues a pesar de considerarse ésta la sociedad del individualismo, el efecto que provoca es más bien el borrado de lo particular de cada individuo, lo que Freud denominó el "caso por caso". Podríamos también establecer un paralelismo entre los dos extremos de los niveles espiritual y literal con los dos extremos que fluyen en el ser humano entre lo patológico (pathos: sufrimiento) y lo normal, entre lo subjetivo y lo objetivo. Tal como nos recuerda Lacan, lo normal y lo patológico no se pueden separar, son parte esencial de todo individuo, pero sin embargo también nuestra sociedad prefirió definir estándares de normalidad y patología para clasificar a las personas en uno u otro bando, incluso si es necesario re-defenir de nuevo lo que es normalidad para acomodar a los grupos de poder a tal criterio. Se anula la capacidad sufriente del individuo con el afán de amoldar el ser a los criterios de normalidad, de aceptación social y de éxito, de manera que lo subjetivo en lugar de ser un motor singular de sufrimiento del que extraer sentido para alcanzar lo objetivo, se convierte en el único criterio de realidad, lo subjetivo pasa así a ser considerado objetivo, despojado de su poder transformador, dándose la paradoja de que los seres más profundamente adaptados se convierten, en realidad, en los más patológicos. Demasiada norma, como demasiada autoridad, enferma, demasiada ausencia de norma o de negación de la autoridad también, ambas se convierten en lo mismo precisamente porque ambas ignoran la ley.