Impotencia

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Nestes momentos nos que so cabe a desolación, parece ate vergonzoso lanzarse na búsqueda de culpables. Mentres o país arde e o lume arrasa a conciencia do ser humano olvidado da tarra nai, ainda non foron suficientes as bágoas que son necesarias chorar polos nosos montes, polos nosos corpos, cómo non dedicarlles horas de tristeza a quen nos ten proporcionado tanta alegría. Esta é a hora da impotencia e a desolación, nun mundo que non é quen de baixarse nin un segundo do carro da potencia e da fantasía de seren eles os salvadores. Un mundo que deixou de comprender esas palabras sagradas que nos invitan a beber da copa da desolación e o furor divino, a vomitar e a caer para non levantarnos, a aceptar a espada que Deus envía, porque toda a terra será posta en ruinas e espanto. Unha terra que o recibe todo silenciosamente, calada e sumisa, impotente, refregándonos na cara que a pesar da súa impotencia, non hai todavía humanos nin intelixencias artificiais que con toda a súa potencia do mundo poidan correr máis veloces que un lume acompañado de ventos de máis de 90 km/h. A paradoxa é case sempre civilizatoria, posto que integra dous polos en apariencia irreconciliables, pero a nosa civilización atópase nestes momentos en descomposición, porque non é quen de atopar o outro polo co que reconciliarse, vive instalada no polo da potencia, y non atopa nin motivos nin impulsos para a reconciliación, solo atopa ansias de culpables.

Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. 11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años (Jer 25, 10-11).

Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. 16 Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas (Jer 25, 15-16).

32 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. 33 Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra. 34 Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. 35 Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño. 36 ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! Porque Jehová asoló sus pastos. 37 Y los pastos delicados serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová. 38 Dejó cual leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su saña (Jer 25, 32-38).