Infusión de una luz



Se puede afirmar que hoy la humildad, que es uno de los nombres olvidados de la verdad, brilla por su ausencia, y son justamente las sufridas consecuencias de su desaparición en todos los ámbitos del quehacer humano, incluido el religioso e intelectual (este último el peor de todos) las que exigen con urgencia su presencia.

San Bernardo nos dice que "uno mismo es el camino que recorremos y la patria donde viviremos: sendero para los que avanzan y patria para los que ya han llegado”. Uno mismo es el templo, es el jardín, es la puerta, es imagen viva de Dios, en todo contenido y por nada contenible.

Con relación a las palabras del Evangelio de Juan "Nadie ha subido, excepto el que bajó" nos recuerda Bernardo que: “Unos suben y caen, y otros son arrebatados y descienden”. Los primeros se ensalzan, suben por sus propias fuerzas racionales, y caen humillados en la necedad, “no se mostraron agradecidos porque… atribuyeron a sus propias fuerzas e ingenio lo que Dios les había revelado. Por eso les sobrevino la caída”. Mientras que otros, como san Pablo por ejemplo, son arrebatados no por sus propios méritos, ciencia o naturaleza, si no por la gracia, y descienden para comunicárselo a los demás. 

El éxtasis embriagador del templo románico en su apoteosis, se expresa todavía más arrebatador en las palabras de Bernardo. Uno y otro nos transmiten, con formas diferentes, la misma Palabra:

"Si purificada y pacificada la conciencia por este fuego que consume toda mancha de pecado y el herrumbre de los vicios, se sigue una repentina e insólita dilatación del espíritu, junto con la infusión de una luz que ilumina el entendimiento, sea para conocer las Escrituras o para penetrar los misterios, lo primero según mi opinión para recrearlos y lo segundo para edificar al prójimo, entonces no dudes que es él quien te mira, sacando a la luz tu justicia y tu rectitud como en pleno mediodía; lo dice el profeta Isaías: Tu luz será como el sol al mediodía. Pero ese rayo de tanta claridad se introducirá no a través de una puerta abierta, sino por aberturas estrechas, al menos mientras se mantenga en pie esta ruinosa pared del cuerpo. Te equivocas, si lo esperas de otra manera, cualquiera que sea la pureza de corazón a la que hayas llegado, porque dice aquel extraordinario contemplativo: Ahora vemos confusamente en un espejo, entonces veremos cara a cara."

"Los del mundo tienen los vanos consuelos de la abundancia de bienes terrenos, y el no menos inútil pesar de no poseerlos". Bernardo condensa en esta frase algo de la teoría sexual de Freud, quien también supo ver que el tener y el no tener son las dos caras de una misma moneda que es sadismo/masoquismo y que son los dos el fruto de una fantasía de posesión del falo, como también el de la identificación al falo. Nuestro mundo, caracterizado por la falta de fé, aboca a las personas a la resignación abúlica de tolerar y aceptar que así es la vida y a eso se reduce, al engaño y la falsificación. Pero para los que no se resignan, con una sola persona que encuentres en el camino será suficiente para poder intuir que existe otro mundo mucho más grande, y que han sido muchas las personas que lo han engrandecido y nos han ayudado a intuir con mayor claridad lo que  significa ser humano. La luz de esas personas nunca se apagará.

 "Pero el Evangelio es el espejo por excelencia, que a nadie adula ni engaña. Cada uno se ve en él tal y como es: Nadie tendrá que temblar sin motivo, ni se gozará haciendo el mal. Lo dice abiertamente la misma Escritura: Quien escucha el mensaje y no lo pone en práctica, se parece a aquel que se miraba en el espejo la cara que Dios le dio y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era."