Una revista femenina brasilera, junto a la foto de una bella mujer de alrededor 35 años, tenía un texto que señalaba: “Ya has aprendido a cuidarte los senos a través de las mamografías, ahora debes aprender a cuidar tu corazón. Consulta a tu cardiólogo y hazte los estudios que corresponden para tu salud”, anuncio promovido por la asociación cardiológica brasilera.
Cualquier intento de un sujeto de oponerse a cumplir con aquello que le es indicado, es vivido por él mismo como falta de cuidado de sí y con cierto sentimiento de malestar por no “cumplir” con aquello que se ofrece para una vida plena. Es habitual escuchar a los pacientes hablar de estas situaciones trasmitiendo sus temores por los estudios que les son ordenados realizar, muchas veces temiendo por una enfermedad ahí donde fue requerido un estudio. Esto es habitual aún en sujetos en los que el cuerpo no fue motivo de angustia hasta entonces. Algunos médicos han comenzado a estudiar este fenómeno denominando a dichos pacientes “los nuevos enfermos”.
¿Cuáles serán los motivos por los cuales los grupos humanos son tan influenciables por aquello que la época promueve? ¿Por qué tanto malestar frente a esta oferta que propone que todo lo referente al cuerpo se puede solucionar?
Así como se puede conocer el interior del cuerpo, también parecería que se lo puede modificar según el propio deseo. El anhelo de eterna juventud, fuente de investigaciones desde la antigüedad parecería, hoy, ilusoriamente posible de ser concretado. Es habitual observar sujetos que se someten a determinadas prácticas a las que llegan por el sólo hecho de desear alcanzar determinada imagen y que únicamente en el momento de la intervención toman noción de lo que esto les significa. Muchas de estas modificaciones perdurarán a lo largo del tiempo, más allá del deseo del sujeto consumidor de la misma de mantenerlas. A diferencia de los movimientos psíquicos en el plano simbólico, que todo sujeto en el transcurso de su vida atraviesa, los cambios promovidos en el cuerpo quedan allí, solo son pasibles de ser modificados a partir de una nueva intervención. Las modificaciones en el cuerpo promueven impactos en la imagen de sí, que no siempre van de la mano de la posibilidad del sujeto de asimilarlo en el psiquismo.
Gerard Wajcman, psicoanalista, en su libro “El Ojo Absoluto”, plantea que comenzando por el rastreo satelital hasta las imágenes corporales que la tecnología médica revela “el ojo absoluto es el dios de la religión moderna de la transparencia” y que “la edad de lo privado está terminada”; denomina “la ideología de la transparencia” al espacio amenazante que borra la diferenciación entre lo privado y lo público, aseverando que toda la verdad se extrae de la imagen.
Algunas reflexiones sobre lo contemporáneo en relación al cuerpo | Adriana Cabuli