Conócete a ti mismo


En la Antigüedad, todas las filosofías anteriores a Sócrates quedaron reducidas y englobadas en la palabra "presocráticas". La admirable profundidad humana, dignidad moral y elevado sentido ético y espiritual de Sócrates sobre las tendencias más netamente materialistas de los sofistas de su época, centrados en la retórica, es decir, el arte de hablar, y la erística o el arte de persuadir y convencer; hicieron de su forma de vida (pues no escribió nada) una marca que definió un antes y un después en la historia de la humanidad. Más o menos igual que en nuestra época, la huella dejada por la pandemia (evidentemente, como una creación humana y no fruto de una catástrofe natural) también ha marcado un antes y un después (en este caso, por lo contrario a lo que representa Sócrates) constatado en la imperiosa necesidad de profundización, dignidad humana, ética y búsqueda de la verdad que se ha manifestado al menos en un reducido número de personas.


En la entrada del templo de Apolo en Delfos, en el pronaos, podía leerse la ya bien extendida frase de : "Conócete a ti mismo y conocerás el universo". Fue Platón quien dio mayor difusión a esta frase de alto valor ético, a través de sus diálogos. De alguna manera reveló que la auténtica sabiduría proviene del interior, sólo a través de ese conocimiento es posible comprender y gestionar la existencia.

Pues bien, fue en el Oráculo de Delfos, situado a orillas del monte Parnaso, en donde la Pitia, a través del contacto con los dioses, transmitió la respuesta a la pregunta formulada por Querefonte acerca de quien era el hombre más sabio de la tierra. Para dar los oráculos, la Pitia o sacerdotisa, se situaba estratégicamente en un sector del templo por donde pasaba una profunda grieta desde la cual salían unos vapores que ella inhalaba, sentada sobre un mueble conocido como trípode, tomaba en su mano una rama de laurel (el árbol sagrado de Apolo) mientras bebía de las aguas de la fuente Castalia y gracias a los vapores que emergían del suelo entraba en éxtasis. Del término "Pitón" provienen los de "pitia" (Πυθία) o "pitonisa", nombre de las sacerdotisas del templo, que interpretaban las respuestas en el santuario de Delfos. Durante los siglos de apogeo del oráculo fue necesario nombrar hasta tres pitonisas para poder atender con holgura las innumerables consultas que se hacían por entonces. Sin embargo, en los tiempos de decadencia solo hubo una, suficiente para los pocos y espaciados oráculos que se requerían.

Este precioso óleo de John Collier (1891) nos muestra el momento en el cual, la sacerdotisa entra en trance.




Apolo y la serpiente Pitón’ (1636 – 1638)
El Artista Cornelis de Vos representa el momento en el que Apolo se apodera del oráculo dándole muerte a la serpiente Pitón en su obra.

Ovidio cuenta esta historia en el libro I (435-450) de las Metamorfosis:
"(...) Gigantesco Pitón, te engendró ella entonces y eras el terror, serpiente desconocida, de los nuevos pueblos: tamaño espacio ocupabas en la montaña. El dios arquero, que nunca antes había usado tales armas sino con los gamos y las cabras fugitivas, la exterminó, acribillándola con mil dardos que casi dejaron vacía su aljaba, derramándose el veneno a través de su negras heridas".

La serpiente es uno de los símbolos fundamentales en todas las culturas, ha sido un tema de gran cantidad de leyendas en las que el temor ancestral llevaba a deificarlas para aplacar su furia, o a considerarlas el origen de todos los males. Desde Egipto hasta nuestros días, la serpiente no ha dejado de alertarnos sobre los peligros de la dualidad. Encarna el temor ancestral al mal, también la fuerza telúrica de la madre tierra. Apolo, al darle muerte, derroca el Reinado de la Pitón, también representada como un gran dragón hembra, la madre tierra vencida por la fuerza viril del dios de la Luz. También en el eje del caduceo vemos la integración de los dos grandes motores, que según Goethe actúan en los procesos naturales: la polaridad (simbolizada por la serpiente) y la ascensión (simbolizado por el eje del caduceo). El eje del caduceo es recto, los caminos de la serpiente retorcidos.
Apolo se apodera, por tanto, del oráculo y lo consagra para sí, declarándose el dios del vaticinio y celebrando su victoria bajo un nuevo epíteto: Pitio. De allí en adelante, el mito calaría en la vida y las costumbres antiguas: se inauguran los Juegos Píticos en honor al dios y se designa a Pitia o Pitonisa la sacerdotisa que habitaba el templo de Delfos.


Fue un responso del oráculo de Delfos lo que prendió definitivamente la mecha de la actividad filosófica de Sócrates. Según nos cuenta el propio Sócrates (o Platón por boca de Sócrates en la Apología), en cierta ocasión su amigo Querefonte se dirigió al santuario de Apolo en Delfos para saber quién era el hombre más sabio de la tierra, y obtuvo de la Pitia la siguiente respuesta: “De todos los hombres el más sabio es Sócrates”. Al llegarle la noticia a Sócrates, éste se quedó enormemente sorprendido, pues a diferencia de los poderosos estadistas, los reputados generales, los artistas aclamados e incluso de los hábiles artesanos, Sócrates no se jactaba ni creía poseer ningún conocimiento particular. Así que, para comprobar qué había querido decir el dios, se dirigió a un político cuya sabiduría todos tenían en alta estima, pero no tanta como la que sentía él por sí mismo. Sócrates lo sometió a una de sus habituales sesiones de preguntas y respuestas para poner a prueba los supuestos conocimientos de su interlocutor, que demostraron fundarse en creencias superficiales o contradictorias. Sócrates quedó decepcionado con la entrevista, que no le había reportado sabiduría alguna, como él hubiera esperado, sino simplemente la enemistad del supuesto sabio cuya ignorancia el filósofo había desvelado. Tras la primera experiencia, Sócrates repitió sus pesquisas con otros ciudadanos considerados sabios; en todas ellas llegó al mismo resultado y se granjeó tras todas ellas la animadversión de sus interlocutores, cuya pretendida sabiduría había quedado en entredicho (animadversión que, como se verá, contribuyó en no poca medida a su condena a muerte).
Eduardo Acín Dal Maschio

 




AVRVM VILE TIBI EST ARGENTI PONDERA CEDANT PLVS

EST QVOD PROPRIA FELICITATE NITES

"El oro es vil para ti, las riquezas de plata se abatan. Más es lo que reluces por tu propia felicidad."

En el Crismón de Quiroga están todas las letras del alfabeto clásico latino. La representación más antigua del cristianismo en Galicia es una mesa que se colocaba sobre un trípode, de la misma manera que también el oráculo de Delfos se sentaba sobre un trípode (trinidad) y también se realizaba un ritual sagrado de consulta. Una esfera recorría el perímetro del tablero, deteniéndose en cada letra, para así completar, una a una, el mensaje.