Mientras caliento el aceite para freír un huevo y lo miro embobada fijamente, me viene a la memoria que esto (un huevo) fue lo que, durante muchos años, tuvieron mis padres como único regalo de reyes. En muy pocos años, este mismo huevo ha pasado de ser el único lujo de un año de pobreza y caldo a ser el último recurso para cenar cuando ya no queda nada en la nevera. Entre único lujo y último recurso existe toda una gama de matices intermedia que ojalá podamos descubrir en las siguientes generaciones. El huevo seguirá siendo el mismo.
Mientras caliento el aceite para freír un huevo y lo miro embobada fijamente, me viene a la memoria que esto (un huevo) fue lo que, durante muchos años, tuvieron mis padres como único regalo de reyes. En muy pocos años, este mismo huevo ha pasado de ser el único lujo de un año de pobreza y caldo a ser el último recurso para cenar cuando ya no queda nada en la nevera. Entre único lujo y último recurso existe toda una gama de matices intermedia que ojalá podamos descubrir en las siguientes generaciones. El huevo seguirá siendo el mismo.