El número 2: dualidad
Lo siguiente más raro en la historia de la creación, después de que del caos haya surgido el punto (la semilla), es que de un punto hayan salido dos puntos. Del uno nace el dos, y por tanto la dualidad, que es la oposición total. Y después del 2 ya no hay nada más, por eso vivimos en el mundo de la dualidad, porque todo lo que podía pasar ya pasó, y a partir de ahí se repite. La dualidad se caracteriza principalmente por la oposición, por las direcciones opuestas, la figura asociada con el número 2 es la línea recta (que divide el mundo en 2), pues si por un punto pasaban infinitas líneas, por dos puntos sólo puede pasar una línea, la dualidad es lo más lejano al uno, y al mismo tiempo lo más cercano. Los dos extremos de una línea recta se dirigen cada uno a un punto totalmente opuesto, cada uno a un infinito que en el fondo son el mismo infinito. Solo cuando la pareja se vuelve dualidad, es posible la unión de los opuestos o el regreso a la unidad, esta dualidad esta patente en los procesos alquímicos en donde el rebis alquímico, o andrógino, implica la conjunción de los opuestos y el cese del tormento de la separación de los sexos. El número 2 expresa un antagonismo primero latente y luego manifiesto; rivalidad, reciprocidad tanto en el odio como en el amor; oposición que puede ser contraria o complementaria.
En la morfología de las plantas se puede observar también el simbolismo del número 2 y de la geometría sagrada. Si nos fijamos, por ejemplo, en las plantas dicotiledóneas, al brotar, lo primero que dan son dos hojas indiferenciadas, las cuales nacen en total oposición la una de la otra, diametralmente opuestas, es decir, iguales, pero lo más lejos posible, como en un espejo.
Las dicotiledóneas comprenden unas 200.000 de las 250.000 especies conocidas de plantas con flores. Son plantas que incluyen, entre otras, a robles, encinas, rosal, menta, habas, magnolias, crucíferas, almendros y margaritas. En botánica, los cotiledones (del latín cotylēdon, y este del griego κοτυληδών kotylēdṓn; propiamente 'en forma de copa') son las primeras hojas de las plantas. Los cotiledones se distinguen de las otras hojas secundarias de la planta por su tamaño, además de que contienen nutrientes, forman parte del germen de la semilla.
El número 3
La dualidad en verdadera oposición se equilibra con el número 3. Una característica definitoria de la trinidad es la relación, con el uno nace el ser, con el dos la división, y con el tres el retorno, la religación, el reintegro, la relación. Por tanto cada una de las patas sobre las que se sostiene una tríada nos conduce a su vez a un reintegro, retorno o religación permanentemente vivo con otra de las patas de otra tríada, en una dimensión temporal que nada tiene que ver con la linealidad. Y es así, que al introducirnos en las dimensiones de lo sagrado podemos hablar de aquello que nunca fue, pero que siempre está aconteciendo. No en vano, también el tiempo conforma una tríada: presente, pasado y futuro (las tres parcas, o moiras).
Vemos el simbolismo del número 3 en la flor de lis o el lirio, símbolo de armonía, de equilibrio, de pureza, los opuestos se equilibran a partir del 3, las dos columnas del templo de Salomón se equilibran a partir de la puerta, tanto el lirio como la puerta son además símbolos marianos. Lo interesante de la dualidad es que, cuando se equilibra, entonces aparece una tercera cosa, que no es ni una ni otra ni la suma de ambas, es la consecuencia de las dos en virtud de un tercer elemento que se llama logos, que hace que se unan y desaparezcan. La reunión de los opuestos no es la suma de los opuestos, es la trascendencia de los opuestos, por eso el resultado de la unión del blanco y el negro no da gris, da oro. El 3 es un número vinculado al equilibrio, a la armonía, a la pureza, a lo femenino pero también a lo masculino.
El juego de la oca, mapa esotérico del camino de Santiago, un viaje al interior
También la letra Y del alfabeto griego tiene un potente simbolismo pitagórico, de la que Isidoro de Sevilla nos dice lo siguiente:
Pitágoras de Samos, a ejemplo de la vida humana, conformó la Y: el trazo inferior significa la primera edad, aún indefinida y todavía no inclinada ni a los vicios ni a las virtudes; la bifurcación superior se inicia en la adolescencia: el trazo derecho es abrupto, pero conduce a la felicidad; el izquierdo es mucho más sencillo, pero desemboca en la ruina y en la muerte. Así dice Persio refiriéndose a esta letra: "La letra bifurcada en sus ramas samias, el sendero te indicó que a su derecha asciende". Cinco son entre los griegos las letras místicas. La primera, la Y, que representa la vida humana, y a la que acabamos de referirnos.
Por otro lado, no creo que resulte casual que el símbolo del movimiento hippie esté basado también en la figura de la pata de oca, teniendo en cuenta que la primera y más auténtica revolución del amor fue la del siglo XII con San Bernardo de Claraval y el culto a María. En el Sermón 18 del Cantar de los Cantares, San Bernardo nos habla de la necesidad de ser concha y no canal:
Llénate previamente y luego tratarás de comunicarlo. El amor entrañable y prudente es siempre un manantial, no un torrente. Lo dice Salomón: Hijo mío, no lo dejes fluir. Y el Apóstol: Para no andar a la deriva, debemos conservar mejor lo que hemos escuchado. ¿Es que eres tú más sabio que Salomón y más santo que Pablo? Porque yo tampoco puedo enriquecerme con lo tuyo, si estás tú agotado. Si contigo mismo eres malo, ¿con quien serás bueno? Si puedes, dame algo de lo que te sobre; de lo contrario, resérvatelo.
es propio de la Ley justa y eterna de Dios que quien no quiere regirse con dulzura, se rija a sí mismo con dolor, y quien desecha el yugo suave y la carga ligera de la caridad, se vea forzado a soportar el peso intolerable de su propia voluntad.
Cúpula con forma de concha en el mihrab de la mezquita de Córdoba
En el Golshan-e rāz, Shabestari discute la metafísica, el simbolismo y los aspectos de la senda sufí a través de una serie de respuestas a quince preguntas que le plantea un compañero sufí. La décima pregunta se refiere al significado de la perla: ¿Cuál es ese mar cuya orilla es el habla? ¿Cuál esa perla hallada en sus profundidades?
Shabestari responde: El Ser es el mar, el habla la orilla, la concha las letras, la perla el conocimiento del corazón. (Shabestari 1978, vv. 562-3, p. 56)
Continuando con el simbolismo del número tres, en la geometría sagrada nos lleva a la figura del triángulo. Si a partir de los dos puntos que teníamos en la dualidad, generamos dos circunferencias, obtenemos la vesica piscis (vejiga de pez), que es el fruto de dos circunferencias que comparten un radio.
Esta figura que se forma encierra en su interior un triángulo equilátero, si el lado de este triángulo vale 1, la altura de la vesica piscis vale la raíz de 3, es este uno de los grandes números revelados a los egipcios, que a través de la tradición ha ido pasando a los maestros constructores. Tanto el triángulo equilátero como el hexágono que se deriva de él, son todas figuras que forman parte de la misma génesis, esto es, una familia entera geométrica simbólica vinculada a la relación 1 / Raíz de 3.
El tercer elemento en el triángulo, que equilibra la dualidad de los dos puntos en oposición, vincula los opuestos pero en un orden de existencia superior, y eso posibilita una forma centralizada como la Santísima Trinidad (Isis, Osiris, Horus / Padre, Hijo, Espíritu Santo, etc).
Pero también el número 3 aparece en el proceso de formación morfológica de las plantas.
La forma de la pata de oca se puede observar también en muchas plantas, por ejemplo en la planta de la verbena, con la cual se hacía rituales de fertilización de los campos, está muy relacionada con la fertilidad y el amor, conocida como "hierba de enamorar", pues se consideraba que tenía estas cualidades de enamorar al guardarla en la prenda de algún posible candidato/a. La verbena también tiene cualidades para calmar el ánimo, al igual que el hipérico, que se le conoce como espanta-demonios, el hipérico es una planta muy vinculada al símbolo de la luz, la veremos después con relación al simbolismo del número 5.
Como ya hemos nombrado antes, el lirio es una planta trina relacionada con la pureza, es símbolo de la Virgen María, florece en primavera, momento de regeneración y de resurrección. El lirio tiene la capacidad de crecer en cualquier sitio, no hay que regarlo, tiene unas raíces muy particulares con mucha capacidad para absorber el agua que hay a su alrededor. También su raíz, cuando se seca, tiene propiedades muy olorosas, se usa para calmar, hidratar, sus cualidades son muy suaves y muy femeninas.
Otro ejemplo de planta trina es el enebro oxicedro, en el que se pueden observar la disposición de las hojas de tres en tres, en forma de triángulo. De las tres subespecies de oxicedro que hay en nuestro territorio, la subespecie badia es la que llega a tener porte arbóreo, pues alcanza los 15 m de altura, sus hojas se disponen de tres en tres, a modo de estrella de tres puntas, como las aspas de un ventilador. Es una planta que se relaciona con la purificación del ambiente, crece en lugares muy luminosos como el monte, donde hay mucha luz y mucho calor, genera un aceite esencial muy aromático, era una hierba que se utilizaba para purificar el templo. En él está el triángulo, que es la luz, el símbolo del fuego, tiene unas cualidades muy caloríficas, se utiliza para hacer aceite con el que se dan friegas para el dolor reumático, también para tratar dolores antiinflamatorios. El aceite esencial de enebro también puede mezclarse con una crema para tratar problemas cutáneos y ayudar a cicatrizar.
Pero también el número 3 aparece en el proceso de formación morfológica de las plantas.
La forma de la pata de oca se puede observar también en muchas plantas, por ejemplo en la planta de la verbena, con la cual se hacía rituales de fertilización de los campos, está muy relacionada con la fertilidad y el amor, conocida como "hierba de enamorar", pues se consideraba que tenía estas cualidades de enamorar al guardarla en la prenda de algún posible candidato/a. La verbena también tiene cualidades para calmar el ánimo, al igual que el hipérico, que se le conoce como espanta-demonios, el hipérico es una planta muy vinculada al símbolo de la luz, la veremos después con relación al simbolismo del número 5.
Verbena Officinalis
Lirio
Como ya hemos nombrado antes, el lirio es una planta trina relacionada con la pureza, es símbolo de la Virgen María, florece en primavera, momento de regeneración y de resurrección. El lirio tiene la capacidad de crecer en cualquier sitio, no hay que regarlo, tiene unas raíces muy particulares con mucha capacidad para absorber el agua que hay a su alrededor. También su raíz, cuando se seca, tiene propiedades muy olorosas, se usa para calmar, hidratar, sus cualidades son muy suaves y muy femeninas.
Enebro oxicedro
Otro ejemplo de planta trina es el enebro oxicedro, en el que se pueden observar la disposición de las hojas de tres en tres, en forma de triángulo. De las tres subespecies de oxicedro que hay en nuestro territorio, la subespecie badia es la que llega a tener porte arbóreo, pues alcanza los 15 m de altura, sus hojas se disponen de tres en tres, a modo de estrella de tres puntas, como las aspas de un ventilador. Es una planta que se relaciona con la purificación del ambiente, crece en lugares muy luminosos como el monte, donde hay mucha luz y mucho calor, genera un aceite esencial muy aromático, era una hierba que se utilizaba para purificar el templo. En él está el triángulo, que es la luz, el símbolo del fuego, tiene unas cualidades muy caloríficas, se utiliza para hacer aceite con el que se dan friegas para el dolor reumático, también para tratar dolores antiinflamatorios. El aceite esencial de enebro también puede mezclarse con una crema para tratar problemas cutáneos y ayudar a cicatrizar.
Referencias