Puritanismo


El puritanismo es una tendencia humana que resurge cada cierto tiempo en la historia de la humanidad. Hoy vivimos en uno de esos periodos, la religión no teísta en la que estamos inmersos genera nuevos significados acerca de sus particulares “pecados”.

En Mateo 12,1-8 leemos un relato en el que los discípulos de Jesús son reprendidos por los fariseos escrupulosos de la ley, tan solo por recoger espigas de trigo en el día de reposo del sábado. Este es un ejemplo entre otros delirantemente extremos a los que había llegado esta gente en la época de Jesús. Con su habitual sabiduría, Jesucristo les responde que el Hijo del Hombre es el Señor del día de reposo, no al revés. Esta inversión de valores que encarnan los fariseos es lo que genera, cada cierto tiempo, el surgimiento del puritanismo, el cual no es más que una tendencia a negar el deseo en favor de la norma y el poder. Para muchos será raro escuchar que Jesucristo fue el gran defensor del deseo humano, pero ciertamente es así, incluso en algunos textos bíblicos podemos ver las diferencias que también Freud hizo notar entre deseo en singular, como sinónimo de fuerza Una, vivificante, potencia de vida, y deseos en plural, como sinónimo más bien de fuerzas que se oponen y ahogan el deseo verdadero.

Esperanza frustrada, corazón afligido,
pero el deseo cumplido es como un árbol de vida (Prov 13,12)

pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril (Mc 4,19)

Deseo cumplido es dulzura para el alma, pero abominación para los necios es apartarse del mal (Prov 13,19)

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia (1 Pe 1,14)

pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo (1 Pe 5,2)

Los textos sagrados nos hablan permanentemente de lo que sucede aquí y ahora, ese es el misterio de su infinita y eterna riqueza. Aquí y ahora el puritanismo de los fariseos vuelve a estar de actualidad, no podemos evitar encontrar un cierto paralelismo con el ideario woke postmoderno que ahoga el deseo y nos aleja de la sexualidad para acercarnos a la violencia en estado crudo.

La moral woke constituye el nuevo eje de disciplinamiento social, nacido en EEUU y convenientemente exportado por el globalismo. Las bases de este no-pensamiento están en dar por hecho que en el fondo de la mente del macho blanco heterosexual, por muy respetuoso que sea, palpita un corazón colonialista, machista, homófobo y misógino. No es un pecado personal, es un pecado estructural, un pecado original, y la lucha contra él se convierte en una batalla simple y factible contra el hombre blanco, cualquiera, porque lo que hace un hombre blanco representa también a todos los demás. Los colectivos discriminados se convierten en los únicos que pueden juzgar las agresiones de los dominadores, y el método para hacerles frente es la cancelación, la censura y el odio, no existe debate posible. A todo esto, lo que dicen perseguir es la justicia social, se abanderan detrás de causas en apariencia muy éticas, las cuales les permiten un mayor empoderamiento para trepar en los puestos de poder, lo de aparentar se les da bien, no en vano el movimiento Me too surgió dentro de un colectivo de actores y actrices. Me too saltó de Hollywood a las universidades de élite para que las alumnas más adineradas expropiasen a los alumnos y alumnas más marginados social y económicamente el rol de víctimas con el fin de ahondar a mayor velocidad el proceso de estamentalización. Mediante este juego de manos, las verdaderas víctimas de la sociedad estadounidense ya no se encuentran en la calle o en universidades públicas de cuarta fila, sino en Princeton, Harvard o Stanford y serán las mismas que se dedicarán, desde puestos de poder, a esquilmar el mundo. Con  sus particularidades propias, pero en España sucedieron cosas muy parecidas, el nivel desquiciante que adquirieron algunas representantes de esta nueva moral perturbada llegó a su culmen con la Ley trans, con consecuencias muy directas sobre la población, que dañarán de por vida a personas concretas, con nombres y apellidos. 

Uno de los relatos negativos instalados en el ideario woke es que el sexo es una fuerza abusiva que ejercen los poderosos sobre los oprimidos. Sin ningún tipo de pudor se intentan controlar los aspectos más nimios de nuestra sexualidad para que ésta no pueda llegar a ser sexual y se reduzca a un mero trámite burocratizado, se trata de des-sexualizar la sexualidad para convertirla en una especie de identidad normativa despojada del carácter subversivo, incontrolable y socialmente revolucionario que la sexualidad posee. 
Los debates se vuelven imposibles porque solo las víctimas comprenden a las víctimas. La verdad se convierte en una experiencia individual e incomunicable, por lo que solo un negro puede saber lo que siente un negro, con independencia de que tenga o no empatía. Ser víctima se convierte en garantía de pertenencia a la lista de los justos, o en su defecto, a la lista de candidatos al poder.

Si la izquierda woke hubiese leído un poco se habría dado cuenta de que el grueso de los escritos que la Humanidad ha producido a lo largo de varios milenios intenta explicar qué es el sexo para así poder dar cuenta del misterio que supone su desconcertante carácter ético y político. Siglos de tradición mitológica y simbólica han intentado dar respuestas a la pregunta esencial de ¿qué es el hombre? Nuestra civilización tecnócrata la zanja rápidamente limitando al hombre a su identidad racial, sexual o de género, a esto se reduce la totalidad de la existencia post-humanista. Pero si algo nos hace sospechar del poder de la sexualidad como motor continuo de curiosidad y deseo es el afán de las estructuras de poder por someterla y anular su potencial, en lugar de intentar comprenderla en sus aparentes contradicciones (todavía no se ha inventado nada mejor que el mito para esta labor de comprensión e integración de los contrarios). Poco importa que quien ejerza el poder sea la Iglesia Católica o la izquierda tecnócrata, no es el color de la chaqueta lo relevante, aunque ciertamente para muchos es un prejuicio insuperable (el asunto de los colores los ciega completamente), lo relevante es que el sexo es un rasgo de nuestro carácter humano. La mitología lo ha comprendido mejor que nadie, mostrándonos a Cupido con los ojos vendados y disparando sin consentimiento ni prejuicio, para enamorar siempre a aquellos que no debieran enamorarse por intereses económicos, familiares o diferencias culturales, Cupido no puede ser pautado por la burocracia legal más propia de los robots que de los humanos.

Si hace unos años me dijeran que yo misma acabaría citando textos bíblicos en defensa de la pasión ardiente, el deseo y la vida, no me lo hubiese creído, desprenderse de esa moral pegajosa que va calando poco a poco sin que te des cuenta en el ideario común de la sociedad no es tarea sencilla, pero sin embargo se vuelve cada día más urgente. Sumergirse de lleno en los textos sagrados es la mejor cura de desintoxicación, descubrir lo más esencial del hombre es también descubrir la Belleza sublime, el Amor por el cual todos nos volvemos Uno, el Deseo más genuino que se alberga en nuestro interior tiene la capacidad de conectarnos con quien no teníamos ni idea que éramos.

A ti miran los ojos de todos,
y a su tiempo tú les das su alimento.
Abres tu mano,
y sacias el deseo de todo ser viviente (Salmo 145,15-16)

Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer (Lc 22,15)

Entra suavemente el vino en mi amado, como fluye por los labios de los que se duermen. Yo soy de mi amado, y su deseo tiende hacia mí (Cantares 7,10)

Y el Señor te guiará continuamente, saciará tu deseo en los lugares áridos y dará vigor a tus huesos; serás como huerto regado y como manantial cuyas aguas nunca faltan (Is 58,11)

Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por el deseo de entender el sueño (Dn 2,3)

Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico (Rom 7,19)

 

La encarnación del Verbo
"El Espíritu Santo descenderá sobre tí y el
 poder del Altísimo te cubrirá con su sombra"



"No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la criatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.
El Verbo es el primero en amar al alma."

Amo porque amo, amo por amar
De los sermones de san Bernardo, abad, sobre el libro del Cantar de los cantares


" Cuando Bernardo comienza a hablar de reordenar el afecto, compara el alma a un esclavo que actúa por temor. Se ha creado una ley para sí mismo, contraria a la ley de la caridad, y así se ha hecho contrario a Dios. Por eso, la ley que a sí mismo se impone es un yugo pesado e insoportable: no ama y vive en interna contradicción, porque, como dice Bernardo: es propio de la Ley justa y eterna de Dios que quien no quiere regirse con dulzura, se rija a sí mismo con dolor, y quien desecha el yugo suave y la carga ligera de la caridad, se vea forzado a soportar el peso intolerable de su propia voluntad."