Razón vs intelecto

Virtudes teologales y cardinales, Manuscrito de Aristóteles. (2ª mitad S.XV). Bibliothéque Municipale de Rouen (Ms. 927, fol. 17v.) 

El pensamiento de Tomás de Aquino es un pensamiento esencial y dialogante. No le importó enfrentarse a los prejuicios de su tiempo y se mostró siempre abierto a toda aportación valiosa, dando acogida a toda partícula de verdad, sin importarle que ésta procediera de filósofos paganos, griegos, hebreos o musulmanes. 


El pensamiento escolástico propio de la Edad Media fué el que más énfasis puso en la necesidad de separar y de diferenciar el dios de la fe y el dios de la razón o el conocimiento, hoy en día no solo están confundidos, sino que también invertidos, pues a menudo cuando se habla de dios se reduce todo a creer o no creer en su existencia, partiendo ya de un imposible, pues el ámbito de la existencia es el de los seres finitos y múltiples.

Uno no conoce a Dios a través de la fe, sino que es la fe el resultado del conocimiento de Dios y por tanto es inexpresable e inaprehensible. La fe es una de las 3 virtudes teologales, no depende del hombre, sino que es una gracia divina y llega cuando Dios la otorga. Al igual que la fe, la esperanza y la caridad no se tienen, sino que se reciben, por más que la razón se empeñe en buscarlas, no hay atajos para llegar a ellas. Con la modernidad se generalizó la idea de que el camino más rápido para llegar a la felicidad era falseando el optimismo, ignorando todo lo que de sufrimiento pudiéramos encontrar en el camino. Quizás por eso se consideró a la Edad Media una época oscura, porque su filosofía nos dejó claro que no existían los atajos. 

Fe, esperanza y caridad parecieran ser la tríada fundamental en la que se sostiene la capacidad del hombre más elevada, esa capacidad que René Guénon denominó 'intuición intelectual'.

Así lo expresa Santo Tomás de Aquino.

‘Razón designa un discurrir por el cual el alma humana llega a conocer una cosa a partir de otra; pero intelecto parece designar un conocimiento simple y absoluto (de modo inmediato, en una primera y súbita captación, sin movimiento o discurso alguno)’.

 

Así comienza el artículo dedicado a la Edad Media, en la 'Introducción a la ciencia sagrada':

"El calificativo de "edad oscura" que hoy en día se atribuye al Medioevo, es una prueba más del espeso velo que cubre a la excesivamente materializada mentalidad actual, que en su desconocimiento todo lo confunde e invierte. Sin embargo desde hace ya años, y desde diversos campos de la investigación, se ha vuelto a poner en el lugar que corresponde a este ciclo histórico, cuya característica más notoria fue el esplendor y la presencia de lo sobrenatural y sagrado en todas las expresiones de su cultura."