En el principio


En el principio Dios creó los cielos y la tierra.
Bereshit bara Elohim et hashamayim ve'et ha'aretz.

Este versículo es el principio del primer libro de la Torá o Pentateuco, y por tanto también del primer libro del Tanaj judío y del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana, constituye la raíz común de la que emergen Judaísmo, Cristianismo e Islam. En hebreo los libros del Pentateuco se conocen por su primera palabra, por tanto lo que nosotros denominamos Génesis, en el mundo hebreo se conoce como Bereshit («En el principio»).

El Apóstol Juan hace referencia a este primer versículo del Génesis, estableciendo un puente de unión entre ambos, pues también comienza su Evangelio diciendo:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Emmanuel d’Hooghvorst expresa de esta bella forma el vínculo, puente o alianza entre el universo contenido en las letras hebreas y la necesidad de pronunciarlas que se actualiza permanentemente, como también lo hace la fuente de vida de la creación.

«Se ha comparado naturalmente la letra de la Escritura al hombre mismo, pues una y otro tienen un cuerpo que puede estar muerto o vivo gracias al soplo que lo anima. En el tiempo del Mesías, el texto recreado con otras vocales resucitará, al igual que el hombre. Es la creación del hombre que va a la par con la del texto» (1).

el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
Corintios 3:6

Existe una Torá escrita y una Torá no escrita. Esta última es llamada Torá sobre la boca. Es la tradición oral heredada también del Sinaí y que vivifica la Escritura dándole su sentido verdadero. Una es para la otra lo que el espíritu es al cuerpo de la letra, lo que el espíritu es también al cuerpo del ser humano. Las consonantes han sido así comparadas al cuerpo de la flauta de siete orificios, siendo las vocales como los dedos del músico que la anima con su soplo.

El Zohar es, en algunos pasajes, muy explícito al respecto:

«Todas las letras son como un cuerpo sin alma. Cuando vienen los puntos, que son el secreto del alma viva, he aquí que el cuerpo se endereza en su consistencia y, a propósito de esto, está escrito: Y Adán fue en alma viva (Génesis II, 7). Y todo esto ha salido de un solo punto, que es la Sabiduría de Arriba...» (2)

 


El primer capítulo de Génesis (B'reshit en hebreo) escrito en un huevo, Museo de Israel.

De la Torá oral se desprende la halajá (la ley judía), el musar (libros sobre crecimiento personal), la cábala (mística judía), los midrashim (relatos explicativos de sucesos o personajes bíblicos), la liturgia y la hagadá (la filosofía judía). Se prohibió, durante años, escribir estas enseñanzas, puesto que se requiere de una comprensión interna, que no venga impuesta desde fuera y por tanto asimilada de manera artificial, es sólo a través de un maestro que se puede realizar este trabajo. La Torá escrita conecta con la dimensión finita y múltiple, la Torá oral con la infinita y única, pues es inagotable, y del encuentro que propicia en el interior (con la Unidad) de cada persona brota eternamente la resonancia irradiada del centro a la circunferencia y de la circunferencia al centro, así como el corazón bombea la sangre al resto del cuerpo.

La filosofía judaica trata sutilmente, pero con precisión del hombre y su destino. Uno de los grandes obstáculos que impide su difusión es el necesario conocimiento del hebreo y del arameo, por eso es poco conocida exteriormente, pero no debemos olvidar que el Cristianismo, en sus orígenes del mundo greco-romano, fue una difusión del Judaísmo y por tanto está profundamente arraigado en suelo hebreo. Esta filosofía no es, al fin y al cabo, más que un comentario, una explicación del Pentateuco, los cinco libros de la Revelación mosaica, la famosa Ley de Moisés, término equívoco, en lugar del cual preferimos usar la palabra hebrea Torá, Revelación, es decir, una instrucción viva y vivificante descendida del cielo.

Este tipo de conocimiento, que no puede ser adquirido ni comprendido cuando es realizado desde fuera hacia dentro, por lo cual es inexpresable, se encuentra prácticamente extinguido en occidente a raíz de la difusión del racionalismo y el método científico (que se caracteriza por observar desde fuera). Incluso para la tradición judaica y hermética, este trabajo con el maestro o gurú, en la actualidad está cada vez más relegado, únicamente el psicoanálisis (a excepción del junguiano) emplea esta manera de acercarse al conocimiento profundo, seguramente no es casual el origen judío de Sigmund Freud y su método de curación por la palabra. En su libro “Freud y la conciencia judía”, Marthe Robert comienza así : “Que exista un estrecho vínculo entre el psicoanálisis y lo que habitualmente llamamos el espíritu judío parece ser tan evidente, que por lo general, nos limitamos a señalarlo sin esforzarnos en definir el propio espíritu judío, ni interrogarnos sobre su peculiar modo de transmisión.» Sería otra cuestión a tratar (lo dejamos para otro post) pues esta evidencia en ocasiones ha sido olvidada. 

El pueblo más monoteísta del mundo no dispone de ninguna palabra para designar a Dios. El incognoscible, el innombrable, origen de Todo, no puede definirse, no puede pronunciarse. La tradición judaica lo llama Ein Sof, el Sin Límites, negación que excluye toda definición y que conviene perfectamente a aquello de que se trata: no se le puede limitar ni conocer. Por consiguiente, no es objeto de revelación.

El objeto de la revelación es el hombre. Y este hombre se llama Adán, y se llama Enoc, y se llama Noé, y se llama Jacob… Jacob procede de una raíz hebrea que significa huella, ya que este hombre lleva la huella del cielo. Se llama también Israel, cuyo sentido es el que ha vencido la fuerza. La Torá es una revelación dada a Israel desde arriba, transmitido de generación en generación por el Padre a sus hijos en la alianza bendita. La palabra cábala significa recepción de un don, y es por este don que Israel es revelado a sí mismo, a fin de conocerse, mediante la vía de la verdad.

El diccionario nos dice que la palabra génesis significa “origen o principio de algo, serie encadenada de hechos y causas que conducen a un resultado”. Es decir, sucesión de eventos que derivan en una consecuencia.

Esta sucesión de eventos emanados desde esa primera frase con la que arranca el Génesis, queda patente a través del entrelazamiento de todos los descendientes de Adán hasta Noé, pues todos ellos convivieron con Adán cuando todavía estaba vivo. Una vida que no es otra que la de la letra vivificada por el espíritu y que se transmite a través de la palabra, el alma viva de Adán. El Génesis nos habla de la realidad de una creación que se renueva en el curso de la historia de los hombres.

Después caminó con Dios durante 300 años. En aquellos primeros años, Enoc había amado y temido a Dios y guardado sus mandamientos. Pertenecía al santo linaje, a los depositarios de la fe verdadera, a los progenitores de la simiente prometida.
Patriarcas y profetas. Capitulo 6, p. 71.

De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre.
Juan 8:51: 51  

Por la fe Enoc fué traspuesto para no ver muerte, y no fué hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado á Dios.
Hebreos 11:5: 5  

Enoc es una figura bíblica, también conocido como «la séptima generación de los hombres» [Génesis 5, 3-33], hijo de Jared y padre de Matusalén, el único, además de Elías, que se elevó a los Cielos mientras estaba vivo. Es un místico que visita el Cielo en distintas visiones. En una de ellas, tiene la misión de interceder con Dios en favor de los ángeles caídos. En otra visión, ve a los querubines en el Cielo, a quienes describe como seres de fuego. Más adelante, es llevado por el arcángel Miguel al cielo más alto. Enoc también viaja en sus visiones o sueños al árbol de la sabiduría. Al final de sus visiones, Enoc se transforma en el arcángel Metatrón, un poderoso arcángel a quien también se le llama el pequeño Yahweh.

Aunque la Torah y la Biblia mencionan que el profeta Enoc tuvo una larga vida y fue llevado al cielo sin morir (Génesis 5:23-24), los textos del Libro de Enoc fueron excluidos del canon formal del judaísmo, y por lo tanto tampoco son aceptados por las escrituras cristianas. Aún así, el arcángel Metatrón fue muy importante en el judaísmo místico medieval y aparece mencionado en el Talmud. En la tradición rabínica, es el más alto de todos los ángeles y sirve como escriba celestial.

El Zohar describe a Metatrón como “el rey de los ángeles” que reina sobre el árbol de la sabiduría o árbol del conocimiento del bien y el mal. (Zohar 49, Ki Tetze: 28:138)

El Zohar Bereshit 51:474 dice que cuando Enoc estaba en la Tierra, se dedicó a escribir un libro que contenía los secretos de la sabiduría hasta que fue llevado al Cielo para convertirse en ángel. Dios le permitió a Enoc continuar este mismo ministerio en el Cielo.

En el Zohar Bereshit 51:475 dice que todos los secretos sobrenaturales fueron puestos en las manos de Metatrón y que él los ponía en las manos de quien los mereciera.

Es Enoc una de esas entidades en las que se guarda la palabra, un depositario del saber ancestral dirigido a despertar la verdadera esencia divina del ser humano. No en vano se asoció a Enoc con Hermes, entidad eterna, transmisora de enseñanzas y secretos.

«Hermes, deidad clave en la tradición egipcia, griega y romana. Thot, el Hermes egipcio, que en Alejandría es conocido como Hermes Trismegisto, es decir, el poseedor de las tres cuartas partes de la sabiduría universal, es identificado igualmente con el Hermes griego y con el Mercurio romano. Siempre se ha considerado a este dios como una imagen de la transmisión, y a ello se debe que los atributos con que se lo identifica, cascos y sandalias aladas, estén relacionados con el viento.

Bien se ha dicho que Hermes es eterno, así sea este o aquel el nombre que le han dispensado los distintos pueblos. Unánimemente es transmisor de enseñanzas y secretos, así se lo llame Thot, Enoch, Elías o Mercurio, como ya dijimos. Su revelación por el bautismo de la inteligencia se produce en aquellos que han encarado sin prejuicios ni muletas el Conocimiento y se han afiliado intelectualmente a su patronazgo; su invocación, concentración y aplicación de los distintos métodos de su ciencia establece una comunicación directa con esta altísima entidad, que se manifiesta internamente a cualquier grado en las individualidades dispuestas a ello. Como se sabe esta deidad se ha expresado –y lo sigue haciendo– en la historia de Occidente por medio de la Tradición Hermética y las disciplinas que la conforman.» (3)

El dios Thot de los egipcios era el dios de la luna, la sabiduría, la escritura, los jeroglíficos, la ciencia, la magia, el arte y el juicio, además se le atribuía que el año tuviera 365 días, como los años que vivió Enoc. En el templo de Thot se adoró también a Hermes y Hermes Trismegisto, en la ciudad egipcia de Khemenu, conocida en griego como Hermópolis o ciudad de Hermes. En una carta del sacerdote de Thot, Petosiris, al rey Nechopso, del 150 a.C. podemos leer:

Hermes es el maestro de todas las sabidurías secretas, a las que se puede acceder mediante la experiencia del éxtasis religioso.

A partir del s. I d.C. comienzan una serie de tradiciones que decían que Hermes había sido un personaje real, histórico, y que se había elevado a una divinidad. Varios libros de magia, astrología y alquimia se le atribuyeron a este Hermes ‘histórico’. A estos libros se les conoce como Corpus Hermeticum. Pero después de la caída del Imperio Romano los restos de la sabiduría Hermética sobrevivieron tanto en el Cristianismo como en el Islam. Y entraron a Asia Menor a través de los Sabeos de Harrán que era una comunidad que estudiaba el neopitagorismo, neoplatonismo y practicaba la alquimia. De ellos los conocimientos herméticos pasaron a otras comunidades que reconstruyeron el núcleo esotérico del Islam.

Hoy en día, en la tradición islámica aunque sea un poco ignorado, el profeta Idris (también se reconocen entre otros a Seth, Noé, Abraham, Moisés y Jesús como los profetas de Dios) sigue siendo una gran fuente de inspiración para los estudiosos y filósofos eclécticos del Islam. Puede haber algunas diferencias sobre esta figura, pero en cuanto a su función y significado internos, Idris es igual que Toth, Enoc, Hermes, Mercurio o Elías y es considerado como el inventor de la alquimia, escritura, astrología y de muchas disciplinas más. Es una parte de la sabiduría hermética egipcia que ha sobrevivido en dicha religión. Según la tradición, Idris era un profeta de las primeras generaciones de la descendencia de Adán. El filósofo del Islam, Suhreverdi habla así de él:

Has de saber que, la sabiduría comenzó con Adán y siguió con Seth, Hermes, o sea, Idris y Noé. Pues el mundo nunca se queda sin la presencia de una persona que lleva la sabiduría de la unificación y del otro mundo. El mayor ser que la propagó al mundo por todas sus partes y países, que la explicó y demostró a través de sus fieles es Hermes. Él es el padre de los filósofos y maestro de los maestros de las ciencias.


Y en el-Mutâharat, Suhreverdi lo cita de la siguiente manera:

Así dijo Hermes: Me encontré con un ser espiritual que me comunicó la ciencia de las cosas y le pregunté quién era y contestó -Soy tu naturaleza completa (kamil).

Hay quienes también asimilan a esta entidad con el Buda hindú. En un sentido esencial, interno y espiritual, en cuanto a su mensaje eterno de sabiduría.

Enoc- litografía que ilustra Génesis 5:23-24. William Blake

En el siglo XV llega a Occidente el Corpus Hermeticum, recuperado por Cosme de Médici en 1463, el cual adquirió un manuscrito bizantino que contenía los primeros XIV libros, los cuales fueron traducidos ese mismo año al latín por el humanista florentino Marsilio Ficino. Un impulso definitivo que supuso el auge y esplendor de la tradición hermética y alquímica en el Renacimiento. En Teofrasto Paracelso, médico y alquimista suizo del siglo XV, leemos lo siguiente:

“Adán fue el primer inventor de las artes, porque tenía conocimiento de todas las cosas después de la Caída como antes. Por ello predijo la destrucción del mundo por el agua. De esta causa, también fue que sus sucesores erigieron dos tablas de piedra, en las que inscribieron todas las artes naturales en caracteres jeroglíficos, para que así la posteridad pudiera familiarizarse con esta predicción, y que así pudiera ser prevenida y se tomaran provisiones en tiempos de peligro. Subsecuentemente, Noé encontró una de estas tablas en el Monte Ararat, después del diluvio. En esta tabla estaban descritos los cursos del firmamento superior y del globo inferior. Por medio de esta separación, un hombre se volvió astrónomo, otro mago, otro cabalista y un cuarto alquimista. Abraham, el Tubalcain volcánico, un consumado astrólogo y aritmético, llevó el arte fuera de Canaán a Egipto, en donde los egipcios emergieron con tan grande poder y dignidad que de ahí esta sabiduría se difundió en otras naciones.”

De acuerdo a este texto, los descendientes de Adán guardaron parte del conocimiento pre-diluviano en 2 tablas de piedra, las cuales serían descubiertas después del diluvio.

Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo (uno de los historiadores que testificó sobre la existencia de Jesucristo) escribe esto:

“Ellos, (los hijo de Seth) fueron también los inventores de un tipo peculiar de conocimiento que se ocupa con los cuerpos celestes, y su orden. Y para que sus invenciones no desaparecieran antes de que fueran suficientemente conocidas, bajo la predicción de Adán de que el mundo sería destruido una vez por el fuego, y otra por la violencia del agua, hicieron dos pilares, uno de ladrillo y el otro de piedra; inscribieron sus conocimientos en ambos de tal forma que si el pilar de ladrillo fuera destruido por el diluvio, el pilar de piedra permaneciera y la humanidad pudiera conocer lo que sabían; y también informarles que había otro pilar erigido por ellos. Esto permanece en la tierra de Siriad (Egipto) hasta nuestros días.

Pero además, resulta que es a Toth al que se le atribuye la creación de las Tablillas Esmeralda, que es una compilación de conocimientos muy antiguos y pre-diluvianos. Toth, el escriba de los dioses, escribe 42 tabla de esmeralda codificando los grandes principios científicos que gobiernan el universo. De acuerdo con la leyenda, tras la caída de los ángeles, las tablillas fueron escondidas para que ningún ser humano las pudiera encontrar. Solo Thot, en su regreso a esa dimensión, pudo recuperar el libro, aunque también hay leyendas judías que dicen que cuando Abraham y Sarah fueron a Egipto, Sarah las encontró.

En el antiguo manuscrito masónico denominado Cooke (del 1.410) se lee que antes del diluvio, unos descendientes de Caín, que se llamaban Tubal Caín, Jubal y Naamah:

estos tres hermanos sabían que Dios se vengaría del pecado, o con el fuego o con el agua, y pusieron el mayor cuidado para salvar las Ciencias que habían encontrado, y se aconsejaron entre ellos; y, gracias a su ingenio, se dijeron que había dos tipos de piedra de tal cualidad que la primera jamás podía ser quemada, y esta piedra es llamada mármol, y que la otra piedra no podía ser hundida, ye esta piedra era llamada laterus. Y por ello idearon escribir todas las ciencias que habían encontrado en estas dos piedras, de manera que si Dios se vengaba con el fuego el mármol no fuera quemado, y si Dios se vengaba con el agua la otra piedra no se hundiera. Y por ello rogaron al hermano mayor de Jabal que construyera dos columnas con estas dos piedras, esto es, mármol y laterus, y que esculpiera en los dos pilares todas las Ciencias y las Artes que habían hallado.

Y muchos años después del Diluvio, como narra la Crónica, estas dos columnas fueron halladas y, como dice el Polycronicón, un gran doctor llamado Pitágoras encontró una, y Hermes, el filósofo, encontró la otra, y enseñaron las ciencias que en ellas hallaron escritas.

De acuerdo a este texto masónico fueron los descendientes de Caín los portadores de este conocimiento. En la Biblia se habla de dos Enoc diferentes, uno de ellos es el séptimo desde Adán y descendiente de Set, y el otro es el hijo de Caín.

En Judas 14-15

De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.

En Génesis 4:16

Y salió Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín á su mujer, la cual concibió y parió á Henoch: y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Henoch.

A partir de estas ciencias preservadas en las tablillas, se deriva la creación de las 7 artes liberales. Pero es que el número 7, está conectado con cada uno de esos iniciadores primitivos, así como el número 365 de los días del año. Thot, Hermes, Idris, Mercurio pertenecen todos a la misma categoría de escritores sagrados, grabadores de sabiduría oculta. Astronómicamente identifica la misión, carácter y el oficio sagrado de todos esos hombres, pero ciertamente no sus personalidades. Enoc es el séptimo Patriarca; Orfeo es el poseedor de la lira de 7 cuerdas (inventada por Hermes), que es el misterio de siete capas de la iniciación. Thot, con el Discurso Solar de siete rayos en su cabeza, viaja en el barco Solar, los 365 grados, saltando cada cuarto (vuelta) año durante un día. Por último, Thoth-Lunus es el dios septenario de los siete días, o la semana. Enoichion significa en griego el «ojo interior», o el vidente; en hebreo, y con la ayuda de puntos masoréticos, Masoretic significa el iniciador y el instructor. (4)


Las 7 artes liberales, debajo los poetas y sabios a los que hablan las aves al oido.


Y él fue el primero entre los hombres que nacieron en la tierra, que aprendieron la escritura, el conocimiento y la sabiduría, y que anotaron los signos del cielo … vio y entendió todo, y escribió su testimonio, y puso el testimonio en la tierra para todos los Hijos de hombres y para sus generaciones. [Jubileo, 4, 17-19].

Después de todas estas cosas, el Santo bendito, bendito sea él, puso su mano sobre mí y me bendijo con 5360 bendiciones. Y fui elevado y ampliado al tamaño de la longitud y el ancho del mundo. Y Él hizo crecer 72 alas sobre mí, 36 de cada lado. Y cada ala era como el mundo entero. Y fijó en mí 365 ojos; cada ojo era como la gran luminaria. Y Él no dejó ningún tipo de esplendor, brillo, resplandor, belleza en (de) todas las luces del universo que no haya puesto en mí. [Enoc 3, 9, 1-5]


(1) E. d’Hooghvorst, «Ecce homo» in El hilo de Penélope, Arola, Tarragona, 2000, p. 251.

(2) El Zohar, Comentario sobre el Cantar de los Cantares, Zohar Hadash, Shir Hashirim, trad. Ashlag, vol. XXI, fol. 73, ¤ 603

(3) https://introduccionalsimbolismo.com/modulo1f.htm#45

(4) https://www.hermesinstitut.org/enoc-hermes-en-el-judaismo/

https://www.hermesinstitut.org/el-profeta-idris-o-hermes-en-la-tradicion-del-islam/

https://www.aboutespanol.com/el-arcangel-metatron-122632


http://www.hermanubis.com.br/Artigos/ES/ARESEcceHomo.htm