El ojo del corazón


Al igual que hemos visto como el cristianismo en sus orígenes sirvió de matriz y canalizador de la experiencia religiosa hacia lo simbólico, también hemos visto el riesgo que esta experiencia religiosa tiene de convertirse en patológica, fundamentalista, fanática; de corromperse con el poder de lo absoluto. Aunque las épocas de mayor florecimiento simbólico hayan terminado con el inicio de la modernidad no podemos olvidar que ese mundo espiritual del que forma parte el símbolo es eterno y que esa misma experiencia religiosa de antaño hoy se canaliza a través de nuevas divinidades, con nuevos nombres y caretas.

En ese sentido, me interesa traer a la actualidad esta bifurcación en los caminos que parte desde la experiencia religiosa y que puede conducir tanto a lo diabólico (separación) como a lo simbólico (unión). Desde las nuevas divinidades a las que rendimos culto en la actualidad (la época en que más creímos haber superado el asunto de lo religioso) más sometidos estamos justamente a su vertiente más patológica que viene de la mano del principal enemigo de lo simbólico y que es la literalización, la rotura de los lazos entre los conceptos y los cuerpos físicos.

Y sin embargo no hay más mundo que el imaginario. El ojo del corazón, órgano de la intuición intelectual, de la intensidad y la asociación.

"Contra los que suponen que sólo lo utilitario vale, y que es utilitario lo técnico material, Gaston Bachelard afirma: "Ninguna utilidad puede legitimar el riesgo inmenso de partir sobre las ondas. Para afrontar la navegación son precisos intereses poderosos. Pero los verdaderos intereses poderosos son los intereses quiméricos". Nosotros hemos obedecido la orden de la quimera, si ella es la hablante; y lo hemos hecho no sólo por un deseo abstracto de conocimiento, como se sobrentiende. Indiferentes a la erudición por ella misma, sentimos con Goethe animadversión hacia todo aquello que sólo proporciona un saber, sin influir inmediatamente en la vida. Esa influencia se traduce en modificación y rememoración de lo trascendente."

J. E. Cirlot





"The kind of heart that I can only have in my imagination."