Tierra



Disuelto en lágrimas, el yo renuncia a su superioridad y toma conciencia de su propio arraigo en la naturaleza. Regresa llorando a la tierra. Para Adorno, la tierra representa el polo opuesto del sujeto que se opone  absolutamente a sí mismo. Lo libera de su encarcelamiento en sí mismo.

La evocación de la naturaleza deshace la tenaz autoafirmación del sujeto: "Brota la lágrima, ¡la tierra me ha recuperado!". En ese momento, el yo se sale espiritualmente de su encarcelamiento en sí mismo.

La digitalización del mundo, que equivale a una humanización y una subjetivación totales, hace que la tierra desaparezca por completo. Recubrimos la tierra con nuestra propia retina, y al hacer eso nos volvemos ciegos para lo distinto.

Byung-Chul Han