Acumulaciones rebeldes



Acumulación de caderas, cintura y abdomen. No existe ejercicio ni sistema único para combatirlas. Son zonas rebeldes. Si consiguen fusionarse no hay nada ni nadie que pueda convertirlas en plástico.

A-siento las caderas sobre los muslos, noto como se inicia la curvatura encajada debajo de mi estómago. Ellas ayudan a que mis hombros sostengan mejor mi cabeza, que ocasionalmente se desencaja e intenta reparar dosis de angustia no correspondida. Herramientas extremas.


Sobrevuelo un estanque de agua cristalina, que a veces es mar y a veces río, la línea de costa que lo envuelve es una línea recta y suave, muy pulida, sinuosa y placentera, como la línea que dibuja mi abdomen. Los colores que se entremezclan desde lo alto son una unión de verde azulado, azul verdoso, rosa palo y blanco. Consigo darme la vuelta para ponerme espalda con espalda, pierna con pierna. Lo intuyo pero no lo veo, el calor de los rayos del sol me ayuda a sentir la piel y cerrar los ojos. El tacto con el aire que me rodea me permite percibir mejor mis fosas nasales, tabique sagital, vasos sanguíneos que aumentan de tamaño. Corriente de aire, mar y tierra adentro, enlaza mi columna cerebral y vertebral, un fluir permanente que se dilata en mi pecho y me dificulta abrir del todo los ojos. Hay algo que hago en mi interior y los párpados intentan sostener.

El deseo de comunicar, permitiendo los apoyos contiguos, enlazados uno detrás del otro, combinación de trayectos y horarios. Sin orden ni acuerdo. 

De tus palabras sale mi boca, de mi boca zonas rebeldes, suaves y opacas. Sobrevuelo sin alas. 
Un río que a veces es mar.


Foto: Iria Friné Rivera Vázquez
Montaje: Marta Cuba