Perversión

Conversión de San Pablo - Fra Angelico


Uno de los duelos más complicados en la vida es renunciar a una fantasía para acceder a una realidad, sobre todo porque con esa fantasía muere una parte de nosotros que nos sostenía, el mito cosmogónico y sagrado por excelencia hace alusión precisamente a esta muerte y resurrección que es el motor de la vida.

Hoy en día es habitual identificar estos momentos cruciales de ruptura (que podrían convertirse en una puerta abierta), con la idea de fracaso, esta idea bloquea el acceso al interior de esa puerta que se ha abierto y que nos permitiría un mayor contacto con la realidad. La obligación de triunfar tan propia de nuestra cultura ha inoculado un veneno muy efectivo en nuestras mentes, de manera que antes que vernos como fracasados preferiríamos evitar a toda costa cualquier puerta que posibilite el tránsito desde una fantasía a una realidad. Titus Burckhardt nos dice:

No hay ningún método espiritual sin estos dos elementos básicos: discernimiento entre lo real y lo irreal, y concentración en lo real. El primero de estos dos elementos, el discernimiento o la discriminación (vijñāna en sánscrito), no depende de ninguna forma religiosa especial; sólo presupone la comprensión metafísica. El segundo elemento, sin embargo, requiere un soporte de carácter sagrado, y esto significa que sólo se puede llevar a cabo dentro del marco de una tradición normal.

Ciertamente muchas personas pasan al segundo sin haber recorrido el primero, pues es el más feo y con el que menos reconocimiento se obtiene, más bien todo lo contrario, morir es mucho más terrible que resucitar. Para este primer camino, las mejores herramientas nos las ha ofrecido el psicoanálisis de Freud. Por medio de la palabra, Freud ayudó a identificar algunos de esos refugios que nuestra mente se construye para protegerse de la realidad, la verdad solo puede ser encontrada a través de la mentira, de igual manera que el texto sagrado nos enseña que la libertad solo puede ser encontrada a través de la esclavitud. Por eso una consciencia de esclavitud, por pequeña que sea, es en el fondo mayor libertad que una aparente libertad total, de la misma manera que una palabra, por más mentira que sea, tiene más verdad que una no-palabra. Los refugios psíquicos representan un lugar de sosiego a la ansiedad, mediante una ruptura más o menos grande del contacto con la realidad, estos refugios nos ayudan a vivir, pues el contacto directo con la verdad o con la libertad a veces resulta insoportable. Solo la elaboración de un duelo para renunciar a ese refugio psíquico que es la fantasía, posibilita el contacto con la realidad. Estos duelos son difíciles y complejos, si las partes del yo proyectadas no pueden ser retiradas del objeto perdido y recuperadas por el yo, el resultado es la rigidez. Hacer un duelo es resignificar, pero el significado estaba antes que las palabras, no lo construimos nosotros, sino que se construye a partir de la relación con un otro, renunciar a ese otro es también renunciar a ese significado y por tanto soportar el vacío que surge de esa ausencia de significado. Incluso aunque se llegue a un contacto parcial con la realidad, que es el vacío, a veces la evasión es suficiente para evitar la aceptación de la pérdida y, por tanto, interfiere en la elaboración del duelo. Un refugio de este tipo lleva a una evasión de la experiencia de pérdida, y el duelo sólo pasa por el primer estadio, donde más que renunciar al objeto se le posee. Las proyecciones no se retiran del objeto para regresar al yo y la única manera de mantener el contacto con las partes perdidas del yo es mediante el control posesivo del objeto o mediante la introyección. En estos casos la rigidez característica de las organizaciones patológicas de la personalidad no se modifica por la experiencia.

Esto puede no ser tan grave si el aislamiento de la realidad es parcial y transitorio, pero los problemas comienzan a surgir cuando esto se prolonga o se hace permanente. El refugio puede llegar a ser un rasgo tan instaurado, que ya no es un refugio transitorio, sino más bien un estilo de vida, y la persona puede establecerse en un tipo de mundo de ensueño o de fantasía que encuentra preferible al mundo real. Un estado mental en el cual la realidad es aceptada al mismo tiempo que es renegada, el sujeto sabe al mismo tiempo que no sabe, es capaz de mantener simultáneamente las dos actitudes, tratando de sostener una apariencia de conciliación. Esta falsa percepción de la realidad es una característica de la perversión, Freud consideró la sexualidad infantil como "perversa y polimorfa", de manera que consideró la perversión como una persistencia en la edad adulta de aquellas pautas infantiles que (al revés que en la neurosis) no se habían conseguido reprimir. Tanto la perversión como la neurosis son un compromiso formado a partir del conflicto. 
El perverso sólo sabe contar hasta uno y debería aprender a contar hasta dos y la víctima del perverso debería aprender a contar hasta tres. 


Una definición de perversión es “obstinado o persistente en eso que es falso; obcecado o tozudo” y “dispuesto a ser obstinadamente contrario a eso que es cierto o bueno, o deseable”. Y no resulta casual que la definición de perversión nos recuerde que en un contexto religioso es además el contrario de “conversión”.