Estructuras psíquicas


Bordando el manto terrestre, Remedios Varo (1961)

A veces, cuando se habla de neurosis, psicosis o perversión suelen entenderse dichos términos como enfermedades, pero en verdad no es así como Freud las definió. Conviene aclarar que las estructuras del psiquismo no son enfermedades, sino diferentes maneras en las que se estructura el psiquismo, tampoco son compartimentos estancos, sino que se van entremezclando y en cada persona pueden predominar ciertos aspectos más propios de una determinada estructura, sin que por ello dejen de estar presentes los de otra. Se trata de clasificaciones teóricas que realizó Freud para ayudar a comprender el funcionamiento de la psique, no para clasificar a las personas.

Otro de los saberes fundamentales de Freud, que por otro lado ya era conocido en épocas anteriores pero que la modernidad desechó, es que la realidad no es algo que esté ahí afuera a la espera de ser descubierta, sino que se construye en el interior, la realidad psíquica es construcción o anudamiento de varios registros. Entre el sujeto y la realidad se antepone, en el medio, la estructura, es decir, los mecanismos a través de los cuales el sujeto significa lo real. Lo real es una pura potencia, es lo imposible de ser expresado con palabras, podríamos equipararlo a las aguas primordiales, la oscuridad o el caos primigenio a partir del cual se hace la luz, la palabra o la semilla, y de donde surge toda la creación. Para Freud, lo real aparece en la esfera de la sexualidad, de la muerte, del horror y del delirio, por eso también muchas veces las experiencias de lo sublime lindan con las de lo terrible. Rudolf Otto, en su obra Lo santo, denominó “lo numinoso” a aquello sobre lo cual «lo único que puede hacer la lengua es balbucear algo», «sin que se pueda expresar ni concebir».

Lo real es lo que no se puede poner en la palabra o en el lenguaje, constituyendo un indeterminado incontrolable. Sin embargo, no se encuentra completamente alejado del orden de lo simbólico sino que justamente constituye el no-fundamento inseparable del significante, el agujero del vacío. En eso último consiste la paradoja de este no-concepto. No debe confundirse con el concepto de "realidad", puesto que ésta, más bien, pertenece al orden del lenguaje y de la palabra, simbólicamente estructurado.

A través de la estructura subjetiva el sujeto crea su realidad. Por tanto podemos hablar de tres planos: el del sujeto, el plano de lo real y el plano de la realidad. Lo real es universal, es igual para todos, un vacío, una potencia o potencial, una fluctuación de energía e información, la constitución de la realidad es el producto final que el sujeto realiza a partir de la interpretación de ese real. El concepto de pulsión está íntimamente relacionado con las sensaciones corporales y de cómo éstas se relacionan con el principio de placer, el principio de realidad y el principio de constancia. La pulsión apuntaría justamente al vacío, según Lacan la pulsión nace de un agujero, va hacia el objeto, pero retorna al agujero de nuevo, sería aquello que no entra en el mundo simbólico. Lo que va a dar lugar a la estructura psíquica es cómo el sujeto se ordena entorno a su funcionamiento corporal y a la pulsión. ¿Qué determina que alguien devenga neurótico, psicótico o perverso? Son muchos factores los que influyen en la producción de la estructura, no hay una única respuesta para esto. Freud habla de una serie complementaria de factores: en primer lugar la predisposición por fijación libidinal y en segundo lugar el vivenciar accidental traumático. El primero de los factores se subdivide a su vez en dos más: el vivenciar prehistórico y el vivenciar infantil. 

El vivenciar prehistórico, o constitución sexual, está determinado por lo que el bebé ya trae consigo, es aquello que está antes de que comience la historia, hoy diríamos que está determinado por la genética, aunque la información que guardan los genes no siempre se despliega, cabría preguntarse qué es lo que hace que determinada información contenida en los genes se active o deje de activarse. El verbo que utiliza en alemán Freud para hacer referencia a este vivenciar prehistórico hace alusión al verbo traer, el bebé trae algo con él al nacer. Aunque Freud no trata nunca el tema de la transmigración de las almas, y es un tema muy difícil de introducir en el ámbito científico, sin embargo en otras épocas hubo grandes pensadores (que hoy denominaríamos científicos) trabajando sobre estas cuestiones (las escuelas pitagóricas, platónicas, neoplatónicas, etc…) para las cuales este tema no tenía nada de tabú. Para la Cábala por ejemplo, el alma tiene una identidad más allá de la materia, según nos lo explica Mario Sabán, cuando el alma sale de la materia al mundo de las energías o regresa del mundo de las energías al mundo de la materia, lo que busca es elevarse en los niveles máximos de la conciencia. La luz del alma no se eleva del otro lado, sino que solamente se eleva de este lado de la materia. El mundo material fue creado para elevar las energías a los más altos grados de conciencia. Para la Cábala, uno de los objetivos básicos del ser humano sería alinearse con la verdadera identidad de su alma, que no tiene que ver con la identidad egoica del falso "yo" que nos construimos, sino que tiene que ver con la identidad del alma en el Universo de Briá, (uno de los 5 niveles o estados del alma). No vamos a profundizar ahora en este tema, pero desde luego, aunque jamás Freud hablara de transmigración de las almas, nos parece relevante conectar el concepto de "vivenciar prehistórico" con este saber acerca de la rotabilidad de las almas, que por otro lado, la mitología gallega ha sabido captar de manera especialmente bonita.

El vivenciar prehistórico sería para Freud todo aquello que se transmite de generación en generación a partir de las cunas de la civilización. Cuando Freud dice que el fetiche está determinado genéticamente, no se refiere al ADN, se refiere a su concepto de vivencia arcaica o herencia prehistórica, una retransmisión filogenética que se va transmitiendo de generación en generación, por tanto, conviene aclarar que ni Freud ni Lacan refirieron que todo se reduce al lenguaje.

Por tanto, serían 3 factores los que influyen en la formación de la estructura, lo que el bebé ya trae consigo cuando nace, lo que le sucede en la infancia (ya está en la dimensión histórica), y lo que le sucede en la vida adulta. Lo que uno vive de niño, en términos de historia antigua y lo que uno vive de adulto, en términos de historia moderna. En análisis se sigue básicamente un proceso de rememoración en el que se van reconstruyendo los recuerdos reprimidos, se van ubicando hipótesis o conjeturas. Las tres estructuras psíquicas básicas que Freud detectó son: neurosis, psicosis y perversión, aunque cada una de ellas utiliza diferentes mecanismos que el inconsciente emplea en torno a la vivencia traumática, o en torno al exceso de energía que la pulsión (rompiendo la barrera de protección anti-estímulos) genera, y que por tanto es necesario elaborar. Para la neurosis el mecanismo esencial utilizado es la represión; frente al trauma, la neurosis se queda con una parte fijada a la fantasía pregenital infantil (perversa polimorfa). En su conflicto con la inscripción de la ley, la neurosis reprime una parte y la otra la sublima. En la perversión, el mecanismo esencial sería la renegación, no implica la represión, sino que implica que existe una negación de esa inscripción de los diques de la vergüenza, el asco y la moral, el perverso se inscribe en la ley, está dentro del discurso de la lógica fálica, pero reniega de la ley, por tanto la pulsión se expresa en su texto original, a nivel de la fantasía pregenital, infantil, perversa y polimorfa. Finalmente, en la psicosis el mecanismo es la forclusión, sería el mecanismo psíquico por el cual los diques de la prohibición del incesto y la lógica fálica, no se inscriben, por lo tanto pasan a lo real y retornan desde afuera en la alucinación.

El niño comienza la vida con la satisfacción auto-erótica, en la que se produce la satisfacción anárquica de pulsiones parciales infantiles, perversas y polimorfas, relacionadas a fragmentos de su propio cuerpo o del cuerpo de la madre. En todo eso, el niño lo goza a nivel de su sexualidad infantil, pero en determinado momento la cultura adviene, el orden es transmitido por los padres, y llama a ese infante a su vaciamiento de goce, ese vaciamiento del goce es lo mejor que le puede ocurrir, una persona que puede vaciar su cuerpo de goce es una persona feliz. Mientras que la persona muy atravesada por el goce, siempre busca la satisfacción instantánea del placer y no puede constituir los placeres a largo plazo. La satisfacción instantánea es la que invita al consumo desenfrenado, la satisfacción propia de los adictos a las drogas, a fumar, a la comida, a ver series, al sexo... es el gozo primordial, en el que el pico del placer es muy rápido, se eleva rápidamente y desciende también muy rápido. Sin embargo, el pico del placer de la lectura, por ejemplo, es mucho más suave, no asciende tan rápido, leyendo un libro se tarde quizás una media hora en encontrar ese pico, pero sin embargo, es un pico que sostiene mucho más el placer. Los placeres a largo plazo te mantienen arriba mucho más tiempo, es la sublimación, la trascendencia espiritual, pasar de lo denso a lo sutil, de lo corpóreo a lo etéreo, es una transformación del goce burdo (ya sea placentero o doloroso) en un momento a algo de un orden mucho más sutil, elevado y sostenido en el tiempo.

En el caso de la neurosis, el orden se inscribe, pero una parte de la pulsión se reprime y otra parte es sublimada, al advenir la cultura, el niño neurótico se guarda algo del goce primigenio, se guarda una parte de la pulsión. Una parte queda fijada a la fantasía pregenital perversa y por tanto sigue gozando pero de manera escondida. En un primer momento, el niño esconde ese goce, pero lo que inicialmente oculta al otro, termina por ser ocultado a sí mismo, es decir, se reprime, y eso es lo que retorna sin conocimiento consciente de la persona a través del síntoma, de los lapsus, los sueños, los actos fallidos, etc. En la perversión, lo que sucede es que el niño se niega a renunciar al goce pregenital, mantiene el texto original de la fantasía pregenital incestuosa, no es que no esté al tanto de la inscripción de la ley, del orden universal, sino que reniega de el. La perversión sufre mucho porque inevitablemente se encuentra con lo fallido del goce, pues todo lo que sube rápido baja rápido también, y finalmente deviene esclavo del goce. En la psicosis, la inscripción de la ley y la cultura no se produce, 
el niño que goza del auto-erotismo, no es inscrito por la madre en la lógica fálica.

Por tanto de un lado tendríamos la neurosis y perversión (intrínsecamente relacionadas) y de otro lado la psicosis. La neurosis es una estructura prima de la perversión, ambas van de la mano, el neurótico fantasea lo que el perverso actúa, en el núcleo de su síntoma el neurótico tiene fragmentos de perversión negados o reprimidos, es un goce velado. La psicosis está por fuera de la lógica fálica de la neurosis y la perversión, 
construye una lógica desde otro orden que es personal, ninguna de estas estructuras son una enfermedad, sino que son una manera en la que se ordena el psiquismo y conocerlas nos ayudan también a conocer a las personas y comprender mejor su subjetividad. No hay ninguna estructura que sea más válida que otra, sino que todas nos sirven para comprender mejor las maneras de liberarse del padecimiento humano, de la esclavitud a la que el goce nos conduce, quien está en ese camino puede ir poco a poco renovando sus certezas, sus dudas, sus preguntas, ir modificando su idea de verdad, porque ésta no es un resultado, sino un camino, que no termina nunca.



Referencias